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Este es el diario de una narcotraficante
Después de un largo día en la oficina solo pensaba en sentarme en un bar a fumar cachimba un rato de chill en algún bar de la zona. Por lo que en cuanto el sol empezó a ponerse decidí coger el coche y llamar a mi hermana.
-Alex ¿puedes aviar a mama de que llegaré un poco tarde hoy?- le dije mientras conducía de camino al centro de la cuidad. - Amanda, llámala y díselo tu, a demás ¿podríamos ir las dos juntas? Es que a mi también me apetece. - me dijo mi hermana pequeña al otro lado del teléfono. - Y por cierto, sabes de sobras que después de lo que ha pasado mamá no te va a dejar salir sola y lo sabes. - insistía para que la pasara a buscar. Joder que mierda pensé, pero en el fondo tenía razón. Después de lo que paso en diciembre mi madre me tenia más controlada de lo normal y con razón, la pobre ya no estaba para soportar más disgustos. -Vale Alex pero tienes dos minutos para vestirte y arreglarte no me agás tenerte que esperar como siempre. - le dije sabiendo que la tendría que esperar igual. - Y por favor no te arregles mucho que quiero algo de tranquis hoy. - Valeee, cuando estes cerca de casa me llamas y bajo. -me dijo, y en ese momento las dos sabíamos que eso era un mentirá y que me tocaría esperarla.
Llegue a casa más despacio de la habitual para darle tiempo a bajar, y aun y así la tube que esperar. En contexto mi hermana es una persona que no sale a la calle sin arreglarse, maquillarse y sentirse una diosa poderosa, aunque no siempre obtiene ese mismo resultado de cara a los demás que la rodeamos. Mi hermana pequeña se llama Alexandra pero todos la llamamos Alex. Y físicamente es todo lo contrario a mí. Ella es morena, con el pelo negro liso en media melena. Altas y delgada, aunque últimamente a causa de la cerveza le estaba lienzo un poquito de barriga pero estaba estupenda igualmente. Después de 20 minutos de espera decidí llamarla. - Alex dos minutos o me voy sin ti. - le dije ya cansada de esperarla. - Estoy en el ascensor voy corriendo. - me decía con la poca cobertura que tenía. Instantes después la vi salir de casa arreglada como para una noche de discoteca, mira que le dije que nada de fiestas que solo quería fumarme una cachimba tranquilamente.
Ahora empezaría la guerra para ver a qué bar íbamos. A todos les tenia que poner un problema, o porque se ajuntaban niños, o que solo había gentuza, otro no sabe preparar bien los cócteles, etc. Al final nos decidimos por ir a un pequeño local situado en el centro, donde aparcar es una odisea, pero el dueño es discreto, trabaja bien y el sitio es muy tranquilo, prácticamente lo que en ese momento necesitaba. Nos dirigíamos el centro escuchando música a todo volumen disfrutando y cantando como habitualmente hacíamos. Para mi sorpresa, aparcar el coche fue más fácil de lo que me esperaba, lo dejamos en zona de carga y descarga, no era lo más acertado pero solo quería aparcar y fumar un rato.
Entramos y la verdad que nunca había estado en un bar como ese. Algo sencillo, acogedor y tranquilo, con la música al punto perfecto para poder hablar sin tener que chillar. Todo un lujo, en pocas palabras. Nos sentamos en una mesa un tanto apartada lejos del conglomerado de gente. Nos pedimos 1 cachimba y dos bebidas. Y en cuento nos pusimos hablar su teléfono sonó. - És Fesi, que quedará? Que pesado! - dijo mirando el teléfono. - Pasa de contestar. - le dije mirándola para que lo hiciera pero en cuanto terminé la frase ya tenía el móvil en el oído. - Hola Fesi, que tal? - decía. - Tomando algo. - le contestó. -Da me un segundo que salgo fuera que no te escucho. - le dijo mientras se levantaba para a salir del bar. En ese momento, mientras ella salía, el camarero nos traía lo que habíamos pedido. Le di un par de tiros a la cachimba. Me gusta pensé este sabe lo que se hace.
Al levantar la cabeza vi a mi hermana acercándose a la mesa, acompañada de dos amigos de mi exnovio, el mecánico y el tío Fasi, junto con ellos otro chico el que no conocía de nada. Joder, esto tiene mala pinta pensé, aquí se acaba el relax. Me levante a saludarlos por educación. - Hola tio Fesi, ¿ que tal estás? - le dije mientras le daba dos besos. - Muy bien Amanda, ¿ y tu? Hace mucho que no nos vemos, as estado perdida hee. - me contestó mirándome como si hiciera 1 año que no me veía. Saludé al mecánico con dos besos en la mejilla y poco más. El chico que no conocía me saludó también con dos besos cordiales pero me mira a como si ya me conociera, cosa que era extraña porque yo no recordaba hacerlo visto antes nunca. Amablemente le invitamos a sentarse con nosotras con la esperanza de que la respuesta fuera un no tranquilas que allí estamos cómodos, para mi sorpresa la aceptaron y trajeron sus bebidas a nuestra mesa para unirse a nosotras.
La noche fue avanzando, hablamos de todo un poco de una manera amena y divertida sin ninguna intención maliciosa. Pero yo savia que mi hermana tenía una presa nueva, el amigo que no conocía. Ellos ya se habían visto alguna vez, un día que, en ese momento el que era mi novio fue a ver a mi madre para llevarle un dinero para mandarme y algún gramo de maria para mi hermana. - Perdona pero tu eres la novia del Adil ¿verdad?- me dijo de golpe el chico que yo no conocía. En ese preciso instante giré la cabeza y lo miré directamente a los ojos. - Exnovia, no te confundas. -le conteste muy seriamente. Unos segundos después el ambiente era más tenso, tanto que se podía cortar con un cuchillo. - És que me gustaría contarte muchas cosas pero no se si las querrás saber. - me dijo sin mirarme. - ¿ Des de cuando no sois pareja? - Des de diciembre, extraoficialmente. - le conteste sin darle más importancia. - ¿A que viene tanta pregunta? -No por nada solo que me gustaría hablar un día contigo, pero hoy no. - me dijo mirándome muy seriamente. - Cuando quieras entonces. - le dije sin darle la más mínima importancia.
Después de ese momento de tensión todo se relajó, pero yo ya tenía la cabeza en otro sitio. Que sería eso que me quiere contar el chaval este. Sobre las 3 de la madrugada decidimos irnos ya que el bar estaba apunto de cerrar. Nos despedimos de ellos y nos fuimos para donde teníamos el coche aparcado. En el coche mi hermana y yo hablamos de todo lo que había pasado preguntándonos que me quedaría explicar. Llagamos a casa y sin nada mas que hacer nos acostamos para dar paso al día siguiente.
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El día de su boda, Khloe fue inculpada de un delito que no había cometido por su hermana y su novio. Fue condenada a tres años de prisión, donde soportó mucho sufrimiento. Cuando finalmente liberaron a Khloe, su malvada hermana utilizó a su madre para obligarla a mantener una relación indecente con un anciano. El destino quiso que Khloe se cruzara en su camino con Henrik, un elegante y despiadado mafioso, así cambió el curso de su vida. A pesar de su frialdad, Henrik quería a Khloe como nadie. La ayudó a vengarse de sus enemigos y evitó que volviera a sufrir acoso.