La isla de eudamon

! No hay tiempo! -Se escucho con nitidez. Fue un gritó ofuscado, impaciente y sin embargo gracioso, surgido en medio de un grupo de albañiles que daban los retoques finales a la gran mansión que estaban construyendo. Era. 11 de febrero de 1854. Estaban agotados y acalorados, querían terminar de una vez, pero un hombrecito pequeño, que caminaba con largos pasos sosteniendo una ridícula sombrilla blanca, los retenía, mientras mostraba la hora en un reloj de bolsillo.

El doctor Inchausti, elegante y solemne se acercó al grupo y medio en la discusión, aunque el sol del medio día estaba insoportable y los hombres corrían el riesgo de insolarse , el hombrecito, vestido con pantalón blanco, camisa blanca, levita blanca, zapatos blancos, gritaba muy irritado que debían terminar de colocar el reloj en ese mismo momento - es muy importante Inchausti! -Le dijo con irreverencia y tono desafiante al doctor a quien nadie llamaba " a secas. El doctor Inchausti no toleraba los atrevimientos y ,además, era muy considerado y afectuoso con sus empleados. Sin embargo, el hombrecito contesto como si ignorara que se trataba de uno de los hombres más ricos y respetado de la ciudad, y con más influencia.