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Hace seis años, ella entró en la habitación equivocada y pasó una noche apasionante. Sin embargo, no recordaba nada de ese hombre. Lo que fue peor, se quedó embarazada. Para dar a luz al bebé, dejó su casa y comenzó una nueva vida. La segunda vez que lo conoció, trabajó como su secretaria. Él también parecía que la había olvidado, pero apenas pudo resistir el deseo de acercarse a ella.
En la ciudad, era muy raro que pudieran apreciarse las estrellas, pero en una localidad costera, parecían luciérnagas iluminando el manto oscuro de la noche.
Justo en la orilla del mar, estaba una chica mirando al horizonte, la cual había tenido una pelea con su padre por su negativa a irse al extranjero. Como quería aclarar sus ideas, había decidido venir a tomarse un respiro a la playa, no obstante, su padre la había encontrado y le pidió que se fuera a casa con él al día siguiente. Durante los últimos días, ella le había tomado un cariño especial a este lugar porque la hacía sentir en casa y no sabía si algún día podría pasarle lo mismo en otro sitio.
El sonido de las olas rompiendo contra la orilla era como una dulce melodía para sus oídos, y como era su última noche en esta localidad, la muchacha quería disfrutarla al máximo.
De pronto, varios fuegos artificiales ardieron en el cielo, ella los miró por unos segundos y pensó amargamente: 'Esa tal Jessica debe estar muy feliz de que alguien le haya preparado un detalle como este'.
La chica había estado caminando todo el día por cada rincón de esta localidad, así que, como resultado, estaba tan agotada que solo quería salir de la playa e irse a su hotel. En cuanto llegó, fue directo al baño a tomar una ducha y después se acostó en la cama, no obstante, le fue imposible conciliar el sueño por un largo rato. No dejaba de pensar en los días que se había resistido a irse y al final, terminó cediendo ante los deseos de su padre, ¡quizás necesitaba ser más rebelde o escaparse a otro lado!
Mientras seguía inmersa en sus pensamientos, pudo escuchar claramente que alguien entraba a su habitación pero, ¿de quién se trataba?
La joven no se atrevió a moverse ni un centímetro hasta que el hombre que acababa de entrar con aliento alcohólico se acostó a su lado. Ella supuso que se había equivocado de habitación, así que lo movió ligeramente y dijo en voz baja: "Oye, creo que este no es tu dormitorio".
Sin esperarlo, esa noche quedaría marcada en su memoria ya que dejó de ser una muchacha para convertirse en mujer.
A las primeras horas de la mañana, la chica agarró cualquier cosa y al salir, miró el número de la habitación y se dio cuenta de que era ella la que se había metido en el dormitorio equivocado.
De camino a casa, no pudo evitar pensar en lo que había pasado esa noche, después de todo, acababa de perder su virginidad.
Los tres meses de las vacaciones de verano pasaron en un abrir y cerrar de ojos, pero recientemente, ella había estado vomitando mucho y tenía poco apetito, lo que hizo que su padre se preocupara. Como consecuencia, su familia la llevó al hospital a un chequeo médico, pero nadie los preparó para lo que iban a escuchar: su hija estaba embarazada.
El pánico se apoderó de ella y sus manos comenzaron a sudar, ¡esto no era lo que esperaba en absoluto! Su padre, Phillip Mu, quien se distinguía por ser un sujeto amable, le gritó enfurecido: "Marina Mu, ¿cómo te atreves a ser tan desvergonzada? ¿Quién demonios es el padre de tu bebé?".
Pero Marina solo tragó saliva nerviosamente y negó con la cabeza, pues no había podido ver con claridad la cara del hombre con el que tuvo sexo.
"No quieres decírmelo, ¿verdad?", su padre exclamó con los ojos enrojecidos por la ira.
"Papá, yo... la verdad no sé quién es", balbuceó ella.
"Tienes que abortar a ese niño, ¡de lo contrario, arruinarás tu vida!", Philip dijo mientras apretaba los puños.
Al escuchar esto, Marina se puso completamente pálida y sus ojos se llenaron de lágrimas, no obstante, negó con la cabeza y respondió: "Papá, tengo que tener este bebé".
Pero su padre señaló inmediatamente la puerta y espetó: "Lárgate, ¡de ahora en adelante, ya no eres mi hija!".
Marina acarició su vientre y se mordió los labios, ¡estaba decidida a quedarse con su hijo sin importar lo que sucediera!
Ese mismo día, mientras empacaba sus cosas, miró a su madre y le dijo: "Lo siento mamá, tengo que irme esta noche".
La madre tomó su mano con suavidad y replicó: "Ya conoces a tu padre, seguro entrará en razón en unos días".
Pero Marina no quería arriesgarse a que la obligaran a abortar, por lo que prefirió marcharse lo antes posible, así que tomó sus maletas y salió de la casa donde había crecido durante dieciocho años. La verdad era que su destino era incierto, pero se armó de valor y determinó qué hacer a medida que avanzaba.
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