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La Indomable

La Indomable

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Sandra Casablanca celebra su cumpleaños 25 en Dubai por todo lo alto y es una gran belleza y miembro del jet-set español, célebre por su excelente gusto por la moda, sus malos modales y por ser apodada “La Indomable”. No se deja llevar por reglas, no tiene amigas, trata a los hombres con desprecio y se lleva terrible con su medio hermano. Harta de todo, arregla una expedición para visitar las islas artificiales de Dubai, conocidas como las World Islands. Sin embargo, no cuenta con que un importante hombre ha puesto sus ojos en ella y no cesará hasta quitarle ese temperamento. Y sólo hay un hombre que está a la altura de semejante reto: Nassim Bakri, un árabe que hará lo inconcebible por hacer lo que Sandra no conoce: obedecer.

Capítulo 1 La indomable

La fiesta de cumpleaños número 25 de Sandra Casablanca en el hotel Burj Khalifa en Dubai era simplemente excesiva. Más de tres docenas de meseros se mezclaban entre más de los trescientos invitados que habían viajado desde España para celebrar a la media hermana de Eduardo Villalba y el champagne más caro corría a cascadas por las copas finísimas de baccarat. Todos los invitados se encontraban en el último piso del hotel que gozaba de la categoría de 7 estrellas que lo hacía único en su clase y que flotaba sobre el mar al lado de la playa Jumeirah.

Un obsceno pastel de 15 pisos decorado con flores naturales adornaba el centro de la pista de baile y DJ Tiesto se encargaba de la música. Eduardo, por su parte, estaba furioso hasta que de pronto, vio llegar a lo lejos a su hermana.

- ¡Sandra! ¡Feliz Cumpleaños! – una chica de cabello negro largo y lacio hasta la cintura intentó acercarse a la rubia que portaba un vestido negro de Armani escotado por delante y por detrás que hizo que todos voltearan a verla. Sandra simplemente sonrió al darse cuenta que estaba siendo vista por todos y con mirada gélida volteó a ver a Leticia.

- Leticia… seamos sinceras… tú no vienes a felicitarme… vienes a gozar de todo esto porque mi hermano te pagó el viaje. Tú sabes que yo no tengo amigas. Así que no vengas a hacer el ridículo ¿Quieres? – Sandra le sonrió y dejó a Leticia sin saber que decir.

Sandra siguió avanzando entre la multitud y una chica de rizos castaños, la novia de su hermano Eduardo, la detuvo por el brazo. Sandra se soltó totalmente arisca.

- ¡No vuelvas a tocarme, Paloma! No creas que porque eres la novia en turno de mi hermano puedes andarme tocando…

- Sandra… todo esto empezó hace horas… Eduardo está furioso… ¿Sabes cuánto se ha gastado en esta fiesta?

- Mi querida Paloma… - Sandra le tocó la frente a la novia de su hermano y le dio pequeños golpecitos. - ¡Entiende! ¡No te importa! Lo que yo haga o deje de hacer es mi problema… y si te preocupa que mi hermano se moleste… no sabes cuánto me quita el sueño… - Sandra simuló que bostezaba. – Todo esto, Paloma… - Sandra señaló por todas partes. – A mí me importa un bledo… así que no te metas donde no te llaman… Quítate de mi camino…

Paloma sin decir nada, se limitó a hacerse a un lado. Sandra le sonrió y siguió caImánndo. Llegó hasta donde la esperaba su hermano.

- ¿Dónde te metiste? Hace horas que esto empezó…

- No me fastidies, Eduardo… - Sandra le hizo una seña de silencio.

- ¿Quién te entiende, querida? Es tu cumpleaños, deberías estar celebrando…

- No me gustan los cumpleaños… y si me pusieras un poquito de atención, lo sabrías… - Sandra se sentó, levantó la mano y al momento le sirvieron champagne.

- Querida… estamos en Dubai, estamos celebrando en la azotea del mejor hotel del mundo… ¿Por una vez en tu vida podrías dejar de ser la…?

- ¿La que? – Sandra se carcajeó sin importarle que medio mundo los estuviera observando.

- Olvídalo… - Eduardo optó por callarse.

- Dilo… - Sandra lo retó. – Todos en esta fiesta están diciendo lo perra que puedo ser y que soy… Y me vale un sorbete… ¿Sabes por qué, Eduardo? Porque yo no invité a nadie de estos que nada más vienen a ver cuánta fortuna tienes tú, cuánta tengo yo y a ver si seguimos en líos…

- Sandra… - Eduardo intentó conciliar la situación.

- Es la verdad, hermanito… - Sandra bebió de su copa. – Trajiste a toda esta gente de España pretendiendo que me estás halagando para celebrar mi cumpleaños, que todos nos llevamos bien y que tengo amigas cuando sabemos que es una farsa… Ni estas personas son mis amigos… ni tú ni yo nos llevamos bien…

- Creo que lo mejor será que la fiesta siga su curso y mañana hablamos de tus planes…

- Creo que sí… gracias por lo que gastaste, hermanito…

- De nada, querida…

- ¡Es una perra! – Leticia platicaba con sus amigas Teresa y Ana que también habían sido invitadas a la fiesta por el hermano de Sandra.

- ¿Pero qué te dijo? – insistió Teresa, una chica de cabellos castaños.

- La muy maldita me dijo que ella no tenía amigas. ¡Todo el mundo vio cuando me hizo el desaire! La muy desgraciada…

- Sin embargo… pobrecita… ¿No creen? – pensó en voz alta Ana, una chica de cabello corto.

- ¿Qué? – Teresa y Leticia se sorprendieron.

- Es una pobre niña rica. Lo tiene todo pero que triste que su madre haya muerto al darla a luz y que su padre se haya dado un tiro y haberse quedado al cuidado de un medio hermano…

- Eso no justifica que se comporte como una maldita desgraciada…

- Pues será lo que tú quieras… pero mira… empieza ya el desfile de hombres que pasan frente a ella buscando un baile o una conversación.

- ¡No lo puedo creer! – Leticia se revolvía de ira mientras Ana y Teresa miraba entre maravilladas e intrigadas a la escultural Sandra Casablanca.

- ¡Sandra! ¿Te acuerdas de mí? – un hombre de cabellos negros cortos se acercó a ella. La rubia volteó con desdén y de pronto sus ojos se pusieron en blanco pero soltó una sonrisa.

- ¡Daniel Torres! ¿También fuiste víctima de mi hermano?

- Creo que sí. No pude rechazar la invitación a tu fiesta… ¿Cómo la estás pasando?

- ¿Me creerías si te digo que me estoy aburriendo?

- Sí… lo creería. – Daniel sonrió. – Excelente vestido… aunque no te recomiendo salir así fuera del hotel.

- Me encanta desafiar las reglas… además sería divertido que mi hermano Eduardo fuera a sacarme de la cárcel por desacato a la moral…

- ¿Bailamos? – Daniel por dentro rezaba que Sandra no lo fuera a rechazar.

Sandra lo pensó por un momento. Arqueó una ceja y finalmente aceptó.

- Está bien. Todo mundo debe estar pensando que te enviaré a freír espárragos. Hay que hacer que piensen que se equivocan todo el tiempo conmigo…

Tomó la mano que Daniel le ofrecía y bailaron "Murder On The Dance Floor" de Sophie Ellis Bextor. Daniel era un excelente bailarín pero Sandra lo era mucho más y Daniel se sentía torpe con semejante belleza entre sus brazos. Cuando terImánron de bailar, salieron a la terraza a conversar.

- Tenía tiempo que no te veía… - Daniel inició la plática. – Desde que nos recibimos en Licenciatura en Historia del Arte…

- No frecuento a nadie… Las águilas solemos volar solas y los burros en manada… - Sandra sonrió.

- Gracias por la indirecta… supongo que lo dices porque sigo juntándome con Andrés y Nicolás…

- A quien le quede el saco…

- No por nada siempre te apodamos "la indomable"…

- Me agrada el apodo… - Sandra tronó los dedos y un mesero le llevó sus cigarrillos favoritos y le encendió uno.

- ¿De verdad te agrada estar sola? – Daniel no daba crédito. - Tan linda y tan sola…

- No me hagas responderte, Torres…

- Respóndeme… - Daniel la retó.

- Bien… vuélvelo a decir…

- Tan linda y tan sola…

- Tú tan animal y sin jaula...

Daniel y Sandra se rieron juntos. Sandra tiró la ceniza de su cigarrillo y miró como todos estaban al pendiente de sus actos. De cierta manera, ya doImánba y le encantaba ser el centro de atención. Pero también era parte de su cruz. Fastidiada, arrojó el cigarrillo y se dirigió a Daniel que la miraba embelesado.

- Volvamos. Deben estarse preguntando porque estoy dedicándote tiempo y no quiero chismes.

- ¿Te molestaría que los hubiera?

- Sí. – Sandra no dudó al contestar. Daniel enrojeció.

- ¿Por qué eres así? ¿Te encanta rechazar a las personas o solamente arruinar un buen momento?

- Daniel… soy célebre por mis malos modales. Lo sabes desde la universidad. Me molesta que me digan cómo debo actuar. Soy quien soy y a nadie le rindo cuentas de mis actos. Si me quiero ir me voy y lo hago. Punto final. Si tenías un problema con eso, no debiste haberte acercado a mí en un inicio. ¿Lo sabías, sí o no?

- Sí… - Daniel bajó la mirada ante la altiva mirada de Sandra.

- Bien, entonces estamos de acuerdo. Gusto en saludarte.

Sandra se dirigió al interior de su fiesta de cumpleaños dejando a Daniel solo y viendo el espléndido cuerpo de Sandra deslizarse en la pista de baile mandando al demonio a Eduardo y a Paloma, prendiendo otro cigarrillo mientras que, a pesar que todos hablaban de ella, las miradas eran solamente para esa rubia de tentación… para "la indomable"…

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