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Novalee Jones ha sido muy solitaria desde que sus padres murieron cuando ella tenía 15 años. La familia Farris se encargó de ayudarla y acompañarla. Fue en el rancho de los Farris donde conoció a Grayson quien terminó yéndose cuando sus padres murieron dejando a Novalee devastada, por lo que se sorprendió cuando 8 años después recibió la propuesta matrimonial de un hombre rico a través del párroco del pueblo y director del colegio donde ella trabajaba como maestra. Decide aceptar la propuesta porque en ese pueblo ya no le queda nada y debe hacer un viaje de 15 días hasta Australia en un crucero. Resulta que el capitán del crucero es Grayson Farris. Un hombre graduado en la marina mercante y que hizo buen uso del dinero que le heredó su padre comprando barcos cargueros y cruceros, además de otras inversiones. Cuando Grayson le cuenta la verdad a Novalee le dice que el tiene muchos problemas con los socios de la naviera, quienes quieren tener el control del negocio y al llegar a Australia logran hacer de la vida de Novalee un verdadero caos, por lo que se separan y Novalee se va embarazada a vivir a un rancho donde con un socio árabe se dedica a la cría y entrenamiento de caballos pura sangre con los que llega a ganar importantes carreras, mientras su hijo va creciendo. Grayson y Novalee se reencuentran en el funeral del padre Angus en su ciudad natal y es allí cuando se entera de la existencia de su hijo Arthur de tres años de edad. Grayson le pide a Novalee intentarlo una vez más y es cuando sus socios y enemigos deciden tomar acciones contundentes para separarlos y sacarlos de la naviera, pero Grayson y Novalee fingen cada uno su muerte para poder tomar por sorpresa a sus socios enemigos y terminar llevándolos a la cárcel y así, Novalee y Grayson viven una vida feliz, dónde Novalee junto con su socio árabe ganan el importante premio de Ascot en Inglaterra con su hermoso caballo blanco llamado: el general. Qué sucederá en esos 15 días de viaje en el crucero? Podrá olvidar Novalee a su antiguo amor y enamorarse de su futuro esposo?
Era una mañana hermosa y fresca de verano en el pequeño pueblo llamado Villa De Wayne. Había un cielo azul que pronosticaba mucho calor en el transcurso del día como era el clima mayormente aquí.
Novalee Jones iba caminando por las calles ya conocidas, saludando a todos sus coterráneos, niños y adultos, pues era una de las maestras que trabajaba en el colegio San Francisco de Paola, aunque hoy, no llevaba la ropa que acostumbraba usar para trabajar. Sus jeans y blusas que habían visto mejores días, pero que estaban limpísimos. Hoy, estaba usando un pantalón blanco y chaqueta blanca con una blusa crema y una hermosa pañoleta azul enrollada en el cuello con sandalias y bolso que hacían juego. Se había dejado suelta su melena rubia que le daba más debajo de los hombros y usaba poco maquillaje. Sólo lo necesario para hacer resaltar sus ojos azules y sus labios no tan delgados. Llegó a la estación de taxis y allí, el chofer subió las dos maletas que traía junto a un bolso más grande en el baúl del taxi y luego ella se subió en el asiento de atrás, donde con nostalgia miraba lo pintoresco que era el pueblo donde había vivido toda la vida y que hoy se convertiría en la página pasada de un libro, ya que se dirigía en el taxi a la ciudad portuaria que quedaba a dos horas de distancia, donde tomaría un barco que la llevaría a su destino y a su nuevo esposo.
Sus ojos se cristalizaron y unas tímidas lágrimas corrieron por sus mejillas al irse alejando del pueblo que conoció toda su vida para ir a vivir una vida totalmente desconocida. Era el pueblo donde había vivido con sus padres hasta que estos murieron cuando ella tenía 15 años en un accidente y la misma gente del pueblo se condolieron de ella y la ayudaron por haber quedado sola, especialmente, la señora Katherine Farris, quien al principio venía cada día a ver que estuviera bien y que no le faltara nada, pero luego, le dijo que comenzara a trabajar para ella en el rancho ayudándola en todos los quehaceres. Ella, le pagaría un sueldo más todas las comidas.
Recordó Novalee el primer día que ella llegó al rancho Farris, limpiándose unas lágrimas. Fue el día que conoció a Grayson Farris, el amor de su vida. Era un muchacho entonces de 18 años y su padre ejercía presión sobre él para que tomara las riendas del rancho, pero él no quería esa vida de campo tan carente de lujos y cosas. Él quería ver el mundo.
El día que Novalee llegó al rancho, el señor Farris y Grayson estaban parados en la terraza para entrar a la casa y después de las presentaciones, le pidieron a Novalee que los ayudara a arrear un ganado y como era una actividad que ella nunca había hecho, se entusiasmó rápidamente a decir que sí. Le consiguieron un sombrero y le dieron a una de las yeguas de más edad para que no tuviera problemas.
Los tres se subieron a sus caballos y se acercaron al campo donde estaba el ganado y que debía ser arreado hasta los corrales. Grayson no la miraba mucho sino que estaba concentrado en cumplir las órdenes de su padre.
-Tranquila. Sólo muévete alrededor del ganado para que caminen juntos en la dirección que queremos y déjale el resto a Brutus – Dijo Grayson acicateando su caballo para irse más adelante, mientras ella vigilaría la retaguardia –
-¿Déjale el resto a Brutus? – Se preguntó Novalee – ¿A qué se refiere? Brutus es un perro. ¿Acaso un perro sabe exactamente qué hacer con el ganado? –
Novalee pudo constatar la respuesta a esa pregunta, pues el perro verdaderamente obedecía a los silbidos de los vaqueros y se encargaba de cuidar que el ganado fuera en la dirección correcta.
-¡Vaya! Realmente sí sabe qué hacer con el ganado – Se dijo Novalee con una sonrisa observando las habilidades de Brutus. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro y el resto de la tarde, continuaron realizando el arreo, sólo que en un momento, dos de las vacas se enredaron al caminar e hicieron que las demás perdieran el paso, por lo que al escuchar el silbido, Brutus vino a arreglar la situación, mordiendo las patas de los animales y haciendo que estas a su vez cayeran como fichas de dominó hacia atrás y una de ellas, cayó sobre el caballo de Novalee, haciendo que éste cayera de lado y luego se levantó para correr lejos de ahí, por lo que, Novalee vio con horror que el ganado comenzó a correr hacia ella, por lo que, se tapó la cara con los dos brazos orando por un milagro. De pronto, escuchó los ladridos de Brutus a los pies de ella haciendo que el ganado se desviara caminando a cada lado del terreno donde se encontraba sentada. Ya había constatado que le dolía el pie.
-¿Puedes levantarte? – Preguntó Grayson hablándole desde atrás y ella se volteó a verlo sobre su caballo –
-No. No puedo – Dijo Novalee – Me duele el tobillo –
-Está bien – Dijo parándose con su caballo al lado de ella y extendiéndole una mano – Dame tu mano. Hay que sacarte de aquí y llevarte para que te revisen –
Novalee extendió su mano para estrechar la de él y éste la ayudó a ponerse de pie y luego le ofreció el brazo y la ayudó a subirse a la grupa de su caballo. Pronto, la sacó de en medio de todo el ganado y con tranquilidad la llevó hasta la casa, donde la ayudó nuevamente a bajarse y sentarse en el muro que rodeaba al jardín.
-Espérame aquí. Voy a buscar el auto para llevarte con el doctor – Le dijo Grayson inclinándose hasta que su cara quedó frente a la de ella y fue la primera vez que pudo apreciar sus ojos grises.
-Está bien – Respondió Novalee viéndolo marcharse –
-¿Qué sucedió? – Preguntó la señora Farris saliendo de la casa con un delantal puesto –
-Brutus mordió a unas vacas. Éstas se cayeron y una de ellas cayó sobre mi yegua tumbándola y terminé con un tobillo adolorido – Dijo Novalee –
-¡Ese tobillo está muy hinchado! ¡Deben llevarte a ver al médico inmediatamente! –
-Grayson, fue a buscar el auto para llevarme – Terminó de decir Novalee justo cuando llegó Grayson en una camioneta con la parte de atrás descubierta. Se bajó rápido y abrió la puerta del pasajero y tomó a Novalee en brazos para ayudarla a sentarse dentro del auto. Cerró la puerta.
-Ese pie necesitará reposo así que la traes de vuelta para acá. Se quedará aquí hasta que mejore – Dijo la señora Farris – ¿Escuchaste lo que dije Grayson Farris? –
-Sí, mamá. La traeré aquí al salir del médico – Dijo mirándola sólo un momento y subiéndose a la camioneta para conducir hasta donde el doctor tenía su consultorio –
Novalee recordó con una sonrisa cómo Grayson discutió con la secretaria del doctor que debía ser atendida rápidamente. La mujer dijo que la dejara allí y viniera después por ella, a lo que él respondió:
-¡No puedo dejarla sola aquí! Debo llevarla otra vez de vuelta al rancho con mi madre. Ya sabe cómo se pone cuando no obedecen sus órdenes. Además, ese tobillo se está hinchando más con cada minuto que pasa – Dijo Grayson mirando a la mujer con una ceja levantada –
La mujer los dejó pasar y Gray la cargó en brazos hasta la camilla del doctor donde éste la examinó y determinando que era una inflamación producto del golpe, se lo vendó y le dio unos medicamentos que la ayudaran a desinflamar.
Al terminar la consulta, Grayson la llevó al auto nuevamente.
-Yo siento causar tantas molestias – Dijo Novalee – Y de verdad no quiero imponerles mi presencia. Yo voy a estar bien en mi casa. Prefiero que me lleves a mi casa –
-¿Y enfrentar al dragón de mi madre por haber desobedecido una orden? ¡Ni loco! – Dijo Grayson encendiendo el auto y dirigiéndose al rancho –
Al llegar allá, Novalee trató de protestar nuevamente mientras Grayson la cargaba para llevarla a una habitación seguidos de su madre, pero fue totalmente infructuoso.
-No puedes quedarte sola en tu casa en esas condiciones, muchacha. Aquí te cuidaremos – Dijo la señora Farris abriendo la puerta para dejar ver la habitación más linda que había visto Novalee en su vida, pues la casa de sus padres era bastante cómoda pero pequeña comparada con éste rancho.
Grayson la puso en la cama y salió de la habitación para dejar a su madre encargarse de ella. A partir de allí, pasaron las dos semanas más increíbles, pues la señora Farris le llevaba el desayuno y el almuerzo, pero Grayson le llevaba la bandeja con la cena para que ella no tuviera que caminar y aunque los dos primeros días se iba muy rápido, los siguientes días, Novalee le pedía que se quedara a conversar con ella y fue así como comenzó su amistad. Largas charlas hablando de todo y de nada. Del rancho y sus alrededores. De los animales. De Brutus. Algunas veces, Novalee reía mucho con las historias que le contaba Grayson hasta que era la hora de dormir y él se retiraba llevándose la bandeja.
Los pensamientos de Novalee regresaron al taxi que la llevaba a su nuevo destino. Uno, donde se moría toda esperanza de volver a ver a Grayson porque había aceptado casarse con un hombre que vivía en Australia.
-¿Cómo pasó esto? – La gran pregunta de su vida –
El director del colegio donde trabajaba como maestra solicitó una reunión un día temprano antes de comenzar las clases. Ella, se sorprendió, pero aun así llegó a la hora convenida para tratar cualquiera fuese el tema que el padre Angus, para quien trabajaba desde hacía tres años, desde que recibió su título de maestra.
Debido a haber quedado huérfana a tan temprana edad, el padre Angus, también había sido uno de los pilares para que ella subsistiera, dándole siempre consejos y enseñándole la importancia de asistir al sermón de los domingos.
La madre de Grayson murió tres años después y era Novalee quien la atendió durante toda su enfermedad y dos años después, murió el padre de Grayson, por lo que él decidió vender el rancho para irse del pueblo, no sin antes dejarle una considerable cantidad que ella supo administrar. Encontró un nuevo trabajo en la biblioteca y comenzó a asistir a la escuela nocturna donde sacó su título de profesora y luego el padre Angus le ofreció trabajo en el colegio San Francisco y es allí donde ha estado los últimos tres años.
Al llegar al colegio saludó a sus compañeras de trabajo y a algunos niños que ya estaban allí, esperando que fuera la hora de entrada para comenzar a hacer de las suyas. Entró y fue directamente al despacho del padre Angus. La puerta estaba abierta y él estaba parado al lado de su biblioteca leyendo un libro. Novalee tocó la puerta y éste se volteó con una sonrisa.
-Novalee, hija. Pasa, por favor y cierra la puerta – Dijo el padre Angus yendo a sentarse en su silla ubicada detrás del escritorio –
Novalee cerró la puerta y se sentó en la silla ubicada frente al escritorio con su bolso sobre sus piernas dispuesta a escuchar qué era lo tan importante que debía hablar con ella.
-Hija, pedí esta reunión contigo porque tengo algo muy importante que comunicarte – Dijo apoyando los codos sobre el escritorio –
-Está bien, padre. Usted me dirá – Dijo Novalee escuchando atentamente –
-Hija, he recibido una llamada muy importante en estos días de un hombre cuyo padre yo conocí hace muchos años. La cuestión es que este hombre ha amasado una fortuna y pues, por su trabajo, nunca tuvo la oportunidad de casarse y ahora quiere hacerlo. Quiere encontrar una esposa y no una esposa cualquiera. Quiere una buena mujer para casarse y me preguntó si aquí en el pueblo había muchachas casaderas y yo le respondí que sí y que estaba pensando en una para plantearle el caso para luego darle a él una respuesta – Terminó diciendo el padre –
-¡Un momento padre! ¿Usted me está diciendo que un hombre que le habló por teléfono tiene fortuna y está buscando esposa? – Preguntó Novalee –
-Sí, hija – Respondió el padre sin perder la compostura –
-Y usted le dijo que tenía a la candidata perfecta ¿Que soy yo? – Preguntó Novalee –
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