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Mi Alumna Favorita

Mi Alumna Favorita

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Mía es una estudiante de arte, su vida se reduce a los dibujos, la pintura y las tardes de museos. Pero todo cambia cuando uno de sus profesores, Rhian, le enseña un nuevo arte: El arte del sexo. Con él pasará todo un año descubriendo la belleza del cuerpo humano, los secretos que guarda y el arte del clímax.

Capítulo 1 El nacimiento de Venus

Una muchacha entró al aula con entusiasmo. Presionaba contra el pecho su cuaderno, sus útiles y material de estudio mientras tomaba asiento en uno de los asientos vacíos. Finalmente estaba en una de las áreas más difíciles de su carrera como futura licenciada en Bellas Artes: Dibujo III, más específicamente el dibujo de la figura humana. El aula tenía el espacio suficiente para alojar en ella a más de veinte estudiantes, y todos los bancos se dirigían al mismo punto: Una plataforma circular donde iba a estar posando el modelo para sus tareas.

Mía dejó sus cosas en la mesita que estaba cerca de su asiento y preparó el block de dibujo mientras observaba como sus compañeros ingresaban. Le sorprendió que la gran mayoría de ellas eran mujeres, y todas conversaban muy animadamente.

—Te juro que sólo repito esta clase por él… —susurró una mientras observaba hacia la puerta, mirando sobre su hombro, esperando algo—. El año pasado fue increíble… Espero que este año no nos decepcione.

—¿Te acuerdas cuando tenía a ese modelo sentado y le pidió que nos mire uno por uno directo a los ojos para captar su mirada? —ronroneó la otra muchacha, riendo en evidente estado de exaltación.

—¡Sí! Y me acuerdo de James saliendo despavorido de la clase —rio su amiga—. Ay, espero que no se tarde, porque estoy deseando empezar.

Mia, ajena a toda esa charla, pero sin perderse nada, se puso sus gafas de aumento de montura de gato y afiló la punta de todos sus lápices a conciencia mientras continuaba observando con sus ojos celestes a todos sus compañeros. Algunos estaban entusiasmados por empezar, otros lucían algo ariscos a la idea de la clase, y algunos otros eran bastante neutrales. Se percató que eran las mujeres las que lucían un estado de exaltación y ansiedad por comenzar la clase, mientras que los varones tenían ese humor huraño y distante por la clase a iniciar.

—Me pregunto con qué vamos a comenzar esta vez…

—¡Shh, cállate que ahí viene! —susurró muy entusiasmada la muchacha.

Un hombre alto e imponente con su sola presencia hizo aparición, sin lugar a duda era muy guapo: Sus ojos verdes claros contrastaban directamente con su piel de color canela, la muy atractiva barba de tres días y su cabello castaño claro cortado con un estilo muy moderno y despreocupado para alguien que claramente aparentaba más de cuarenta años. Incluso su estilo de vestir era muy moderno, pero elegante al mismo tiempo, caminando con paso firme, aferrándose a su cuaderno de notas y provocando el silencio en todos los presentes con su sola presencia. La clase en pleno ocupó sus asientos, algunas de las chicas rieron mientras los varones simplemente miraban al profesor con dolor y miedo.

El hombre se subió a la plataforma y miró a la clase.

—Bienvenidos, estudiantes —los saludó a todos, dedicándoles una mirada a cada uno, girando sobre la plataforma lentamente para observar a toda la clase, especialmente a los que se encontraban a sus espaldas—. Veo algunas caras nuevas, y algunas que ya conozco desde hace algunos años. Siempre son bienvenidos para practicar, ya lo saben: La práctica hace al maestro. Y nada requiere más practica que el dibujo de la figura humana. Para los que no me conocen soy Rhian Insfrod, el profesor de Dibujo III, y para los que me conocen soy el objeto de sus pesadillas. Antes de comenzar esta primera clase quiero que estén avisados de mi método de enseñanza: es poco convencional. Una de las obras más hermosas que el mundo ha tenido la dicha de conocer es el Hombre de Vitruvio del grandísimo Leonardo Da Vinci, una obra maestra que deberían estudiar para entender mejor las proporciones ideales del cuerpo humano y que les serán de gran ayuda si quieren mejorar en su habilidad de dibujo; así que siguiendo el ejemplo de ese grandioso maestro es que nosotros estudiaremos el cuerpo humano, en profundidad y detalle. Observaremos cada una de las características de nuestros modelos, cada pliegue de su piel, cada poro estimulado, y los representaremos lo más fiel posible. Pero para poder hacerlo como corresponde el cuerpo debe ser estimulado, responder a las señales que el ambiente le da. ¿Acaso la piel reacciona de igual manera ante una situación de estrés que a una de placer? ¿Las pupilas se expanden igual cuando observamos algo que nos fascina a algo que nos provoca terror? No, claro que no. Por eso mi advertencia, soy nada ortodoxo, nada formal y nada pudoroso. Son libres para abandonar esta clase ahora mismo, pero si se quedan… Aténgase al arte que van a observar.

Rhian se quedó en silencio, observando a los posibles desertores, pero ninguno se fue. Sabían que debían pasar esa clase si deseaban obtener el título, y los que ya la habían aprobado se quedaron por el contenido de esta.

—Bien. Siendo así, podemos iniciar. Ya puedes pasar, Trini —llamó el profesor. Una muchacha pelirroja, de piel tan blanca como la leche y hermosas facciones, entró al aula, vestida con una bata blanca y usando un par de sandalias de playa. Se acercó a Rhian y le dio un rápido beso en los labios. Mia abrió los ojos, pasmada por ese saludo, pero algunos de sus compañeros simplemente observaban la escena, esperando a que inicie la clase. Rhian tomó de la mano a Trini y la ayudó a subirse la plataforma circular—. Ella es Trini, una de mis mejores modelos. Hoy empezaremos con la figura favorita de algunos muchachos: la figura femenina. Llena de secretos y misterios, de pasadizos y laberintos, con muchos caminos que llevan al mismo punto: ella.

Trini miró a la clase con una sonrisa, desató el cordón de la bata y se la quitó, quedando completamente desnuda a la vista de todos. Su cuerpo era envidiable: un busto grande y generoso, con cintura estrecha y caderas anchas, abdomen plano y piernas fuertes. Mia se sonrojó rápidamente y bajó la mirada, avergonzada pues el único cuerpo que había visto desnudo había sido el suyo al momento de darse una ducha. Pero volvió a fijar la mirada en la modelo, justo a tiempo para observar cómo Rhian le acercaba una estructura para que Trini pueda posicionarse con comodidad y aguantar los cuarenta y cinco minutos que esta duraba.

—Ahora… quiero que cada uno de ustedes, siguiendo su propio estilo, claro, represente su cuerpo lo más fielmente posible —ordenó Rhian—. Traten de no escatimar en detalles, la belleza del cuerpo humano radica allí. Por ejemplo…

Se acercó a Trini, que lo observó con una mirada llena de profundo deseo, y le tomó la cara suavemente.

—Por ejemplo, en sus labios… Observen como se los muerde, dejando que el arte que es su cuerpo se exprese a través de los sentimientos y las reacciones más primitivas que poseemos. O en el color de sus mejillas, que ahora se han sonrosado más, por la presión sanguínea gracias a su ritmo cardíaco… que se acelera… y se acelera mientras yo voy bajando hacia la unión de sus senos…

La clase entera observaba embelesada por la escena que estaban presenciando. Rhian continuó bajando su rostro a sólo centímetros de la piel de Trini, rozándola apenas con el aliento, mientras la chica respiraba agitada por la cercanía tan lejana.

—Observen como sus senos suben y bajan… como sus pezones se ponen duros al sentir el calor de mi aliento y la frialdad del aire… reaccionando ante un estímulo… —Rhian le pasó la punta de la lengua por uno de los pezones y Trini dejó salir un profundo gemido de placer contenido—. Observen como está reaccionando… se vuelve más rosado, más brillante, haciéndose más receptivo a las estimulaciones. Presten atención a como su piel cambia mientras mis dedos recorren su abdomen y ombligo… bajando… bajando… hasta el nacimiento de su monte de Venus… Observen como estos deliciosos y carnosos labios se ensanchan, se abren como una flor deseosa por el calor y el agua, mientras ella misma deja salir este néctar bendito…

Su dedo pasó con suavidad por el medio de su ser, haciendo que Trini deje salir otro gemido cargado de profundo éxtasis. La clase seguía completamente en silencio, y todos miraban con los ojos como platos esa escena, algunos con evidente estado de excitación y otros con incomodidad. Mia era una de estos últimos.

—Miren como este pequeño botoncito sale a la luz… Muchachos, les presento el famoso clítoris. Ya saben dónde está. —algunas de las mujeres se rieron por esa broma—. Y ahora observen muy bien cómo reacciona.

Con delicadeza empezó a estimularlo. Haciendo círculos y pequeñas palmaditas para elevar el estado de excitación de Trini, con una mano manipulaba las puertas de su ser y con la otra introducía sus dedos entre medio de sus labios, haciendo que la muchacha los succionara con fuerza mientras él no dejaba de darle atenciones. Poco a poco, la velocidad, la intensidad y la firmeza del toque fueron en aumento, hasta que Trini, en medio de una sinfónica de suspiros, gemidos y exclamaciones, dejó salir su climax… Terminando ella roja, jadeante y húmeda, pidiendo más.

—Esa es la magia del cuerpo humano —finalizó Rhian, chupándose los dedos con los que había manipulado a Trini—. Y ahora… dibujen.

La clase empezó a cumplir con la consigna, pero Mia, muy sonrojada por la escena que acababa de ver, observó a Rhian directamente a los ojos, y éste la miró de igual forma. Una descarga eléctrica le recorrió la médula ósea, dejándola paralizada, como una oveja cuando se encuentra con el lobo.

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