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Historia

Capítulo 5 Mi vestido de princesa

Palabras:1366    |    Actualizado en: 17/07/2023

ber podido continuar en la escuela que tanto amaba y la razón era la mism

uerida niñera pagó una cuota mensual equivalente a su salario durante dos largos año

odo por mi tranquilidad, en detrimento de la suya. Quedaba ahora por estar aún más agradecida con ella

una versión menos llorona de una princesa de cuentos, que m

ila. Si no fuera por el clima helado, me atrevería a deci

ación de la escuela secundaria e iba a ser la mejor

isfrutando de la compañía de un buen libro, y admirando de vez en cuando la belle

da que fuera mejor con un domingo po

recía inquebrantable, la amargura de Enya no ta

e apartaron con absurda velocidad de la página del libro y se fijaron en su

hora? —pregunté, sin ánimo de alargar la co

e Melina en esta casa, te sugiero que bajes la cresta

arse hasta que casi

las palabras de Enya fueran incapaces de agruparse en oraciones

decir? — Sentí la cara fría de alg

de de si me obedeces o no,

lma y mi corazón temblaron como si estuvieran rodeados por una inmensa cúpula de

jecidos se curvaron en la s

a a mantenerla como sirvienta, nada legalmente me impide trasladarla a la sastrer

emente los feroces ataques de Enya y Selina, en detrimento de mi fe

s hombros. Incluso después de tantos pasos hacia lo que yo creía que era la luz. No vi ni la sombra del camino que me sac

e unió de repente el timbre del teléfono

nto, me devolvió e

La voz de mi institutriz era tan suave y

hacer, probablemente más del

Ferrari? —Ni siquiera sé cuánto tiempo ha

ontraron la manera de transformar el motivo de e

habitación ahora, te garantiz

decidida como siempre. Fuera lo que fuera lo que le pasaba por l

n a la pequeña habitación de la criada tan rápido que pude visualizar

impresionante vestido amarillo bebé, extendido sobre la cama individual. Luego los

ce? –— Preguntó mientras tomaba l

mo y más secreto boceto que Padre había hecho en vida. La única herencia que

eíble. — Las lágrimas bañaban por comp

antemente prohibido llorar, est

ndo de felici

arla ni besarla, pasó la ropa a mis manos — Lo que tienes que hacer ahora es correr al baño y p

vestido, o cuánto costó toda esa seda. Pero ir a la fiesta está completamente fuera de discusión, Melina. No quiero cabrear a la perra, es

ue quiero es ver esa nube de tristeza flotand

uier argumento que usara para justificar mi posición ser

no tardó en reiniciarse. Hablamos del hecho de que Melina se ofreció como sacrificio y

or Dios, Melina, me preocupo demasiado por ti como para de

ías lo mismo por mí,

a que tenía. No había nada en el mundo que no haría por ella. Como era una verdad demasiado obvia para neg

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