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Historia
La hija de mi enemigo

La hija de mi enemigo

Autor: Canli
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Capítulo 1 PRÓLOGO

Palabras:1429    |    Actualizado en: 07/09/2023

NR

que Guilhermino logró traerme, el papel está desgastado y el color se desvanece con el paso de los días, pero todavía puedo ver el contorno de la sonrisa de cada miembro de la familia Leal y la expresión victoriosa de sus rostros. Augusto hizo lo que dijo y ganó las elecciones para diputado en Madrid , victrioso con una gran ventaja sobre sus competidores. Estoy languideciendo detrás de

como si nada hubiera pasado, pero esto es solo otro refuerzo para que yo siga adelante con mi plan. No puedes pedirle a un hombre que ha sido juzgado y condenado por un crimen que no cometió, alguien a quien le robaron la vida y le rompieron el corazón, que olvide tod

a su hermana me

l eslabón más débil de la familia, siempre parece estar lista para romperse y eso la convierte en el peón más fácil de manipular. La sonrisa se me escapa por primera vez en todo el día

mis dedos su imagen, sin poder apartar mis ojos de los suyos.—Ni ve

do de no llamar la ate

ohada y trato de dormir, cerrando los ojos y negándome a abrirlos dura

n de unirme a ellos y escapar de este lugar antes de ti

ugitivo, no, necesito tener mi libertad de acuer

nos me

iente y un guardia me salpica con agua y gruñe algunas palabrotas,

alsa, hasta que estos sueños se convierten en mi obsesión y empiezo a soñar durante el día también. creando las escenas y diálogos más odiosos, pregunt

y dudará de sus sentimientos. Te romperé hasta la médula,

i plan comienza y

tu

mpresa de algún periódico digital que le gusta publicar sobre la familia Leal. —Tu me debes. — dice y se

espués de asegurarme de que estoy solo, saco el papel de dent

en los nombres mencionados, mis ojos siguen hacia abajo pa

dad de bromear, pero no lo hago. Sostengo la mirada del hombre en la foto y luego sigo su mano,

sensación extraña sobre el imbécil, sobre to

la ira en el cuarto oscuro que guardo en mi ca

nos me

ocompasión, buscando refugio en la

sado por algunos pasantes y descanso en el banco de cemento, cer

me toca

chico

ndí desde que llegué aquí, y aunque nunca intercambiamos una palabra con é

que me advirtieron me dijeron que no estuviera sola con él

erando que el imbécil se dé

torcida que me dice qu

s ojos e

to de tatuajes, incluida una calavera en la ga

lajarte. —dice encogiéndose de

chicos.— Hablo y

écil. Estoy aquí para ofrecerte un cigarril

ración, luego recuerdo que estoy en

tás ofrec

res

pero eso no significa que est

mis

lo siento si

terrumpe y miro el ciga

ica entonces

. Esa mierda mata, así que no

garrillo y lo tomo, dej

—dice, lanzando humo hacia arriba, con la mirada perd

retengo el humo más t

detiene

, pero considerando que no parece dispuesto a de

gunta al cab

nga

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