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Historia
Princesa oscura

Princesa oscura

Autor: Antártida
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Capítulo 1 Inicio

Palabras:2863    |    Actualizado en: 26/10/2023

comandaban desde las alturas a los mortales en la tierra. De ellos se cuentan diversas historias y aventuras

ía especiales, muy diferentes. Dicha distinción recaía con mayor furor en aquellos que procedían directamente de los dioses primordiales. Tal es el caso de Ares, el espectacular e imponente dios de la guerra, dejando una ampli

z de su madre inició la guerra con su compañero de vientre, la soberana tuvo que combatir con su gemelo; el despiadado príncipe Odio, el cual más adelante sería conocido como el príncipe azul. Este semidios siendo un bebé dentro de la panza de su madre siempre intentó acabar con la vida d

sas resultaron siendo ciertas y lo que lo evidenciaba era la perdurabilidad de estas entidades. Como toda historia esa también tuvo su final y con la guerra entre los dioses, este conflicto de grandes proporciones, se prolongó entre Ares (el dios de la guerra) contra todos los demás dioses olímpicos, esta contienda se originó debido a que ninguno de los demás dioses le apoyaba a Ares en su odio por la humanidad, en definitiva, Ares concebía un punto de vista extremista. Creciendo más poderoso por la violencia que d

antecesores, si gozaban de una prolongada vida, y aunque algunos se resistían a llevar por mucho tiempo el peso de los años, desestimando así su herencia, tenían una vida como una persona común, eso sí, los dones divinos eran intransferibles e irrevocables. Al transcurrir las décadas la divinidad mermó, pero la presencia de icor en la sangre de los herederos los hacía especiales, muy diferentes. Dicha distinción recaía con mayor furor en aquellos que procedían directamente de los dioses primordiales. Tal es el caso de Ares, el espectacular e imponente dios de la guerra, dejando una amplia estirpe. Producto de una de esas relaciones se originó el linaje posterior de Ares, pasaron años y más a

en formas espirituales. Estando dentro de la matriz de su madre, inició la guerra con su compañero de vientre, la soberana tuvo que combatir con su gemelo; el despiadado príncipe Odio, el cual más adelante será conocido como el príncipe azul. Este semidiós siendo un bebé dentro de la panza de su madre siempre intentó acabar con la vida de su hermana, siendo ambos fetos trató de estrangularla con el cordón umbilical, pero ella pudo zafarse cuando el apretó con fuerza el cordón se movió hasta su frente, fracasando Odio en su intento, le crearía una cicatriz de por vida a su hermana, la cual más adelante tendría que ocultarla tras su capul y

notaba apresurado y con mucha agitación. — Estoy aquí para aten

en nuestra habitación. — subió con presura las escaleras, indicándole el camino que debía seguir el galeno, aunque ya

sus pómulos pronunciados, su nariz respingada sostenían unos seductores labios carnosos, mientras sus cuencas alojaban un par de obsidianas; sus ojos, sus espectaculares ojos. Esa noche la reina Irene se encontraba en la habitación principal, la que compartía con su esposo el rey Arquemio, esa habitación estaba ubicada en la segunda planta de la edificación, se trataba de un enorme cuarto al final del pasillo que destacaba sobre los demás por la coloratura de sus paredes, delicadamente decoradas con tapiz de tono blanquecino, adornado con pinturas de artistas célebres, instaladas en la pared lateral derecha y también varias plantas ornamentales dispersadas en sitios estratégicos con la intención de otorgar un panorama cálido y natural, eso combinado con el exquisito olor a nardos frescos con un toque de esencia de vainilla lograban el resultad

nas ingresó a la recámara, acto seguido, inmediatamente se dirigió

e el vientre, indicando que justo allí padecía. — me aquejan

aba a cuestas la herencia del dios de la guerra Ares, él no desconocía que el embarazo en una descendiente duraba ocho meses

mo los embriones. — respondió el doctor. — He visto con anterioridad casos como es

desodorante, destilaba sudor a cántaros y sus manos conservaban el frío parecido al del ártic

lepius! — ordenó el mandata

etió el médico. —

desgarradores de ella eran una prueba de ello. Por fuera se escuchaban los horrores narrados de la voz de Irene. La puerta se mantenía cerrada y el rey siendo presa de la angustia al oír aquellos alaridos de la mujer que amaba y la madre de sus hijos, estaba

rvioso y afanado rey. —Dime que están bien

ica. — Los niños están bien, el varón fue el que atentó contra su hermana, intentando ahorcarla

inquirió el

tica, su frente humedecida por el sudor delataba su evidente nerviosismo y sus ojos brillantes y enrojecidos describ

in cesar. Se levantó entró a la habitación y allí estaba ella, tan inmaculada, tan impoluta, parecía estar en el más placido de los sueños y

Al nacer los gemelos Irene ascendió al Olimpo, pues ese mismo día murió durante el parto, dejando así a los hermanos a merced de su padre, Arquemio; el rey de la ciudad de Atenea, pero lo que hizo el príncipe Odio no podía pasar desapercibido, y mucho menos quedarse sin castigo, así que Arquemio lo destinó al exilio, enviándolo al otro lado del mundo, en un lugar donde la nieve primaba y el invierno parecía ser eterno. Allí en una enorme cabaña de cristal se refugiaba el príncipe Odio, reinando en aquellos gélidos parajes. Mientras tanto la princesa Ira fue criada por su padre el rey Arquemio, él le enseñó sobre todas y cada una de las artes, incluyendo las marciales, también sobre las buenas costumbres, la cultura, historia y sobre todo la guio en el proceso de conocer y asimilar su don para que lo usara de una manera prudente y sabia, sin dañar a nadie, por su parte Ira desde que supo de su condición hereditaria del dios de la guerra Ares, quiso mantenerse al margen de ello y prefirió guardar su habilidad solo para circunstancias esenciales que lo requirieran con urgencia, ella tenía una cualidad muy especial, el poder de la persuasión y con ese poder adquirido del legado del propio Ares, la princesa Ira se convertía en pieza clave a la hora de guerras y batallas, y por esa razón, desde que se conoció su extraordinaria habilidad, el palacio siempre recibía visitas de emisarios de una gran variedad de naciones, pero la princesa oscura que decía no tener soldados, al igual que Ares, dios griego del cual descendía, su ADN contenía la capacidad de derrocar con solo una mirada, entraba en sus almas para apoderarse de ellas, porque no existe cosa más instigadora que la demagoga ira en el corazón de los hombres. Sus ojos oscuros reflejaban ígneo resplandor que hacía estremecer hasta el espíritu más rígido, pero Ira no dedicaba su vida a infundir tal poder sobre las personas, ella vivía alejada de los suburbios junto con su padre, en el palacio familiar a las afueras de la gran ciudad, hasta la muerte de su progenitor. Él, su padre el rey Arquemio al recibir el diagnostico de una muerte pronosticada, realizó una convocatoria privada para buscarle compañía a su hija, no quería dejarla sola y además le atemorizaba la idea de que su otro hijo, el príncipe Odio, llegase donde ella, estando esta última en estado de vulnerabilidad, el rey no quería ni podía imaginar aquel encuentro que con seguridad terminaría en tragedia, pues él muy bien conocía los alcances de su hijo varón y fue por ello que decidió embarcarse en la búsqueda de conseguirle aliados a su hija, pero no cualquier clase de aliados, el rey deseaba para su heredera más que compañeros de lucha, seres con los cuales pudiera tener un vínculo duradero más allá de apoyo en las contiendas, así fue que llegó a buscar a aquellos seres en lugares igual de especiales; en orfanatos.

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