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Historia
La Tristeza De Sus Ojos

La Tristeza De Sus Ojos

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Capítulo 1 Prólogo - Capítulo 1

Palabras:2032    |    Actualizado en: 20/02/2021

ól

siempre, los mismos pantalones y las mismas zapatillas. La gente solía burlarse de él cuando lo veían por ser pobre, por casi no tener para el almuerzo, por no tener amigos y por no tener un coche en dónde llegar. Lo que me diferenciaba de todos, era qu

ítu

ma

ui en busca de los tres paquetes de azúcar. Los metí en

a la siguiente sección: la caja rápida. Tambi

ra mi mejor amiga. Había que aprovechar que era fin de semana y, dada la falta de costumbre de levantarme a las seis de la mañana, sentía la urgencia de recostarme en el sofá y no hacer nada más que meterme en la piel de personajes fictic

que, para mi decepción, aún no había escogido. No me resultaba muy agradable ponerme a pensar en ello porque, a pesar de que lo que decidiera iba a encaminarme hacia un

ue no tenía ninguno instalado en el celular. Opté por ir a la galería de imágenes y empecé a revisar las fotos que Katherine, mi hermanita pequeña, me enviaba casi todos los días. Le gusta

de forma juguetona. Estos tampoco eran muy pequeños, ya tenían unos cinco años de vida, pero los tres bebés (porque para mí eran bebés) se comportaban como si fuesen cachorros. No había día en la que no estuvieran escuchándose sus peleas. Lo que no me gustaba de ellos pero sí me asombraba era

ostado y miré de reojo a las personas que estaban detrás de mí. Parecían molestas, y lo comprendía porque yo también me hubiese sentido frustrada si se tardaran tanto en colocar todos los productos sobre la caja

ones que apretar —me disculpé

asan muchas más personas con muchí

na razón me habí

do. Yo sabía cuál era; no estaba acos

pocas clases conmigo debido a que había repetido de curso. No recordaba su nombre, pero sabía que era el muchacho del que todos se reían en la escu

con los míos y vi algo extraño en ellos, pero no sabía qué era porque no me consideraba una lectora de miradas. Solo podía

otra palabra. Y eso era extraño de mí porque, generalmente, como había dicho, no solía hablar con ningún muchacho. En realidad, tampoco hablaba mucho con las chicas. Me consideraba una persona muy asocial, muy tímida. Me daba miedo expresarme ante

ó la mirada. Parecía estar

, pero no debí divagar nada porque él no me conocía y yo tampoco a él. Tenía que mantener las distancias y no hacerme amiga de alguien que no conocía. Sí,

a en ningún momento a ver a nadie. Creo que no tenía amigos dentro del cuarto año, y eso podía deberse a que, co

pes —se limit

me parecía lindo alguien. Bueno, muchos chicos me habían llegado a parecer atractivos, per

de que el que yo llevaba. Las facciones de su rostro eran demasiado bonitas y tenía un toque que me daba ter

uedarme, con la idea de que su respuesta fue real, por m

ase, ¿verdad? —inq

mido? Buena

—res

quería que me siguiera hablando, pero alej

ma

está ansioso por verte, mi amor

mes de no poder verlo por su trabajo, al fin iba a poder abrazarlo. Tenía que admitir que me había toca

s cosas en las bolsas y maldije en mi interior por no pedir

enir mucho

generalmente mis pap

—asi

ánto trab

año y sie

nte —a

S

as bolsas en mis antebrazos. Sabía que, por más que el estacionamiento del supermercado estuviese al la

a la sonrisa pero no lo hizo. Fue ahí cuando noté que su rostro, además de amabilidad también expresaba cansancio. De seguro no era fá

aci

t

ir verdad, a mí también me extrañaba, no era propio de mí presentarme con nadie porque era

y A

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