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Historia

Capítulo 4 Conexión

Palabras:5098    |    Actualizado en: 09/02/2024

ste que no es un soñador, que parece ser un joven norm

kilómetros para conocer a su novio de sueños en persona y cuando llegó se encontró con la noticia

a al espaldar de la silla. Vio cómo Grecor se acomodaba los lentes en el puente de su nariz con un dedo, reacio a creerle—. Hablo en serio —insist

su silla y chasqueó la lengua, arreglando su melena rubia a medio lado, era un

ranquila para Jara, con la monotonía de siempre, donde sus amigos intentaban quitarle

boles que intentaban tocar el cielo. Era increíble cómo todo a su alrededor parecía pa

reado por tus deseos. Además, no es un soñador, es una persona totalmente normal, ¿cómo podrían tener una relación?, ¿cómo harían para verse en persona? Esa relación, ¿cómo funcion

anquila a comparación de cómo hablaba Madeline—. Últimamente estuviste haciendo muchas misi

burrido—. Este año seré quien evalúe el área de sueños profundos. —Comenzó a asomarse una sonrisita en el rostro de sus amigos, c

pasar por relevo del decano, por favor… —suplicó

mpo real—insistió Grecor—. Por favor,

gregado a ello, siempre se encontraba una peculiaridad entre los aspirantes, lo que hacía que hubiera entre los soñadores todo tipo de rumores e historias, sobre todo p

este examen, pero era imposible aplacar las ganas de

ción de examen y ver reflejado en las pantallas suspensoras todos esos sueños y ver qué sorpresa podía llevarse. Nunca había

cambiara su controlador de sueños al no sentirse bien de salud. Joshua, el mentor no

nca de mangas largas manipular el microchip que flotaba en el aire con una luz azul clara que lo rodeaba. Él usaba guantes de lá

Jara? —preguntó Joshua sin dejar de estar en lo suyo

pero me he vuelto a sentir descompensada. Pronto se

ochip en su mano derecha, observó fijamente a Jara y le mostró una sonrisa educa

lo de médico nada más —soltó Jara—, me

lla recogió su cabello con las manos y así Joshua pudo des

su nuca e implantó el nuevo. Llevaba tres años reemplazando continuamente los controladores, todo

semana y el joven sabía más de su estad

s están durando tan poco ú

argando mucho —explicó él mientras se dirigía a una mesa su

—comentó Jara—, los controladores no deberían dej

rmanecía inmutable, con su capa de tranquilidad cara

el mundo, ¿cree que permitiría que sus mejores decanos

sigo siendo yo —solt

nse y vaya con su médico

como pedirle a un cirujano que admitiera que no sabe operar. Sin embargo, en los últimos meses ella empezó a sosp

lió de la sala de Comando de Controladores, palpó con una mano el dis

a bien, podía

e encontró a un metro de distancia al decano Marcow, el viejo pálido con enorm

ijo con su voz te

rio de lo normal y avanzó con mucha más rapidez que antes. E

mo siempre —d

observaba y esto hizo que sus adentr

periodo

la prueba anual de S

ada al reloj de péndulo que se encontraba en la pared blanca. Fal

r años y, aunque sus padres y maestros intentaron no agobiarlo con la pregunta de qué carrera t

niversidad o academia, le generaba pánico. Su psicóloga le había dicho que era

una gran ayuda: el que no lo presionaran con obligaciones en alguna asignatura lo motivó y así no se sintió tan ansioso; el poder escoger las clases e

ese último año “Inducción a sueños vívidos”, “Escritura creativa VI” (todos los años desde que lo dejaron matricular asignaturas incluía esa rama de la Quimera) y ni qué decir de “Filosofía y el compendio del Yo”. El problema er

uara porque estaba prohibido preguntarlo a los alumnos de último año, su mentor parecía estar curioso por saber por qué se había ido tanto por la rama espiritual. Ya las personas a su alred

a dormir en los dormitorios de retiro del colegio, saliendo de su habitación solamente

reguntaba su amiga Issis—. Es dif

mientras observaba fijamente la comida frente a él—. Me

ntras saboreaba el puré de papa en su boca—. El año pasado me sucedió eso mismo con el puto arcoíris que había en el acantilado, me gustaba apreci

o —replicó Leo—. Tú eres la única

ver otro arcoíris como ese. Además, no solamente era eso, sino la sensación que me daba. Y

ste —comentó Leo—. Date por bien servida. A mí sólo me pagaron las vacaciones al Amazonas p

luto que me prohibieran entrar

llí, tenías una obsesión, acéptalo

ando a esos sueños húmedos a

tras la observaba fijamente—. ¿Y tú cómo sabes eso? ¿Acaso estás visitando mis

levantó del puesto. Sus compañeros hiciero

guntó Issis con ton

aba sonar tranquilo, pero lo delataban sus gestos forza

sidad como la mayoría de sus compañeros e Issis tomaría el examen para ser Soñadora Oficial, desde niña ya lo tenía claro. A veces envidiaba la seguridad que tenía su amiga, no le importaba la presión social,

rer probar comida. Le gustaba la sensación de adormecimiento que le generaba el no ali

antiguos de él siendo un niño muy pequeño, daba pasitos por un pasillo, pe

o que había estado buscando toda su vida y no lo supo hasta que lo tuvo consigo. Lo hací

dora que habían presentado en la clase de la profesora Rebeca, cuando Isis le explicaba sobre aquella soñador

controlador de su cuello que usaba para viajar en sus sueños. Por más que protestó, no se los regresaron; le parecía in

bían dejado la puerta de la habitación de hospital entreabierta—. Sin embargo, como es natural a su edad, ha desarrollado una obsesión por estar en sus su

eñora Leila con preocupación—, Adem siempre ha sido un joven muy incl

irlo en una academia de soñ

Adem de pequeño era un niño muy curioso y no sólo se enfocaba en el arte, era imaginativo, pero no se con

mal? —preguntó Leil

prender a controlarse, le habría venido muy bien la ayuda de soñadores especializados. El colegio, por más que ayude y asesore a su hijo, tiene ciertas limitaciones, como

capaz de decidirse y decide enfocar

ría sido de mucha ayuda que soñadores natos estuvieran en este momento asesorando a su hijo. De esa forma Adem no estaría en

a a propósito, ya que era su única forma de darle a entender q

para que se sintiera con tanta inconformidad consigo mismo y la realidad terrenal. Pero el

n soñ

ayudara a viajar entre las dimensiones y con sus padres teniendo claro que era un soñad

ojos de preocupación desde el marco de la puerta. Podía sentir la decepción pasearse por toda la ha

amó el se

lo y encontró los ojo

e mientras se acercaba a la cama y se

el entrecej

o Central había una niña grande

des con las que jugabas,

los ojos de su padre y supo q

hasta las caderas —insistió el joven—. Yo siempre corría a ella cu

da y limpió su garga

recuerdos —dijo el hombre con voz preocupada—. Por fav

? —pregun

rarnos de ti, tuvimos que cambiarte de hospital pediátrico para que t

tó Adem confundido y con lo

o en la habitación, despué

cidos y examinarlos, las enfermeras la dejaban, cargaba a los bebés y por esa misma razón no nos pareció extraño cuando la encontramos contigo, cargándote en un sillón, te veías tan cómodo en su regazo que nos pareció tierno. Por años siempre e

el relato de su padre y que concordaba con los r

ieron que te habíamos forzado a siempre reír y aprendiste a retener tus emociones, por eso creímos que volverías a hacer lo mismo. Intentamos que hicieras nuevos amigos, pero no querías estar con nadie más. Un día llegamos al hospital pediátrico y nos dijeron qu

erramaron por las

la? —preguntó el jo

y tomó a su hijo de las manos—. Adem, lo que sea que haya pasado, nos dice que son de mundos diferentes y lo

dem—. Toda mi vida he sentido que me falta algo, que debo recordar algo s

enía razón. Además, ahora que Adem recordaba partes de su niñez

uando sepas quién es ella? ¿Intenta

a persona común que… seguramente ella tampoco me recuerda

muy capaz de ser mucho más grande que el

lla es sumamente importante? —

n con tristeza—. Es la soñadora Jar

e la soñadora Jara en su clase de historia de Soñadores Oficiales con la docente Rebeca. Rec

idad de que Adem pudiera volver a habl

olver a vernos —comentó Adem, rompiendo el silencio—. Pero son bonit

ió en sus primeros años de vida. Le parecía irónico que la sociedad había creado los hospitales pediátricos en los cuales los niños debían asistir hasta los quince años para enseñarles a s

diátrico Central en el cual nació, sabía que allí podrían darle información de esos años en que estuvo al lado de Jara.

ndo igual de gruesa, llevando su cabello rizado siempre recogido en un moño y su gran sonrisa resaltaba divinamente en su ro

lar en privado y le pidió que no le contara

s —explicó la mujer—, además, Adem, a ella también le bloqu

cieron eso? —inqu

día desdoblarse y viajar a esas dimensiones, pero tú lo hacías, de un momento a otro dejabas tu cuerpo terrenal para perseguirla en dimensiones tan apartadas al planeta Tierra. Jara tampoco quería alejarse de ti, decía que podía cuidarte y enseñarte a controlar tu alma para que no te desplazaras a

na un álbum de fotos, pasó las páginas hasta llegar a un

s… desde bebé eras tan guapo…

e bebé, los dos sonreían y tenían de fondo

grimas. Nana sacó la foto del plás

em tomó la foto y la contempló con melancolía—. Aunque Jara no recuerda que una vez te quiso tanto, casi como el hermano pequeño que

on los ojos rebos

rdarte, ustedes fueron víctimas

onfundido, que se levantó de la silla de escritorio y se acercó

ño —le dijo mientras lo abra

—preguntó Issis al sal

e a ella le quedaba: todo en el cuerpo de Issis era tierno, así que

ello afro, mostrando un rostro de orgullo. Esa ingeniería era una de las carrer

e alardear —re

hacer el examen de soñadora

con cierta timidez—. No sé si logre ser admitida, pero pondré todo mi esfuerz

ar es ese puto arco

la joven y le dio un bolsa

ue se descubrió la puerta que conectaba la Quimera con el plano terrenal, los humanos construían sus casas con terrazas grandes y luces que no ento

llamaba Issis

na emoción. Todos celebraban que habían pasado su solicitud para las carrera

¿verdad? —Más que pregunta,

. De fondo se escuchaba la música y podían sentir

oñador era totalmente diferente a lo habitual y de ello se encargaban las escuelas para Soñadores Oficiales y su

Es evidente, ¿no? —D

s… —Chistó la jovencita y después soltó una ca

e Adem se

sería m

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