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Historia

Capítulo 4 IV

Palabras:1276    |    Actualizado en: 31/03/2024

y esmero. Era licenciado en turismo y se divertía mucho acompañando las excursiones por la ciudad con los visitantes, contándole historias, anécdotas, recuerdos, vivencias y hasta l

rañó sob

a en Turquía y Francia-,

al?, empecé a rascarme el pelo

uelta y se marchó hacia el bus que esperaba en la puerta para salir

te estará en el hall, Julissa en la terraza

todo me parecía diferente. No habían sonrisas, se pintaba la preocupación en los rostros, hab

dicen que es en previsión por los contagios, ten cuidado hija, parece que esto es muy en

también-, le pedí.

en sí el vozarrón de Douglas

gando turistas de Italia al hotel-, anu

y Damián se apuró a llevar las male

da madame, pase usted adelante caballero-, fui recibiendo a los huéspedes, de diferentes pa

reguntó un español muy maduro, ca

vo dificultades?-,

marzo, que nos someterán a pruebas de sangre, que no podremos regresar al paí

virus que está afectando Asia y

portancia-, exhaló el tipo su desconci

città?-, me habló otro tipo. Era alto, delgado, pelo rubio, los ojos tan celestes que casi no

onocer la ciudad-, balbuceé admirada

aliano, perdón signorin

vi avevano detto sulla quarantena, non vole

ebles, pues las rueditas no giraban. Yo seguía tonta, murando y admirando su porte de play boy, s

*

aseo. Esperé que fueran las ocho de la mañana. Ya me había duchado y estaba cambiada. Me puse un jean pegadito, una camiseta y mis zapatillas rosadas. Me calcé lentes oscuros. Me despedí de los chicos de seguridad y del parqueo, y me fui en mi carro al mercado de mi zona. Puse música en la radio, salsa que es

uchísimas personas regresaban a sus casas llevando planchas de papel higiénico y papel toalla, por decenas, incluso a rastras. -¿Qué ocurre

gritaban. Yo estaba estupefacta viendo a hombres y mujeres de todas las edades arremolinados en torno a los puestos, dándose empellones, alzando

a?-, me pregunté ra

Me dieron un empellón, apartándome del camino y fueron hacia un puesto que surtía de todo, pero que, paulatinamente

rar y comprar, como una loca. Corrí de prisa y busqué, en medio del tumulto, a la vendedora a la que siempre me despacha. Ella me reconoció, se empinó sobre sus pi

vos, menestras, todo lo que se me ocurrió,

ulos de aseo, frutas y verduras a granel y, por supuesto

la cuarentena-, escu

vivir encerrados-

ra un mes-, su

mi auto y prendí la radio. Busqué

aislamiento social obligatorio a nivel nacio

intensa vocinglería y apuro. Miré las calles y eran ríos de gente, llevando

s. El vigilante me dijo que el presidente de la asociación de propietarios ha

de alcohol y remojó sus manos. Luego las f

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