Una autopsia al corazon

ro nunca espero que ese sueño fuera su pesadilla. Tan inf

rtier de la ciudad Rotor. Una ciudad con las familias poderosas y

n días y horas para llegar a este compromiso. La unión de dos familias. Brihana en la sala de mayor con las anc

Brihana, se mostraba con cara de

día tener lo que sea, Karla buscaba una manera de tenerlo tamb

con el aspecto angelical, piel bronceada, ojos claros. Tení

nó, extravagante. Brihana se mudó a la villa, p

eses después, las cosas no salían como se estimaba. Brith,

volvió. Con eso en mente, no dudo de su esposo

modelación. Desde que se casó, no recibía proyecto. Pero nadie sabía que tanto peso te

chisme de su esposo. Aunque nada de eso hacía falta. Ella sab

ue sería la más odiada entre to

como la miel. Mirada seductora, músculos bien formados. Brith es el

no hasta su dormitorio. Abrió el armario, tomo el edredón más caliente, se tumbó en la cama. La villa es gra

ndo, Brihana deja

en sus propias palabras

rith no vino a casa. Los empleados chismeaba

a casa. investigue no está en viajes de

cio a la cual hacerse cargo. Si no viene a casa, s

lo está. Quien no se preocuparía que su e

de casa. Su belleza no se podía esconder ni por un mínimo segundo hizo oídos sordos a sus palabr

a vez que la veían vestida. Pero su aura de hoy es potente. Las miro y siguió paso largo en la puerta. El chofer la esperaba. Él le abrió la puerta y ella subió. El cho

Brith nunca se usó. Nunca

nrió. Ella no dependía de nadie, y no pensó nunca depender de una familia. Aunque ella era la hija mayor de los koscanov. Había creado su propio fondo. Estudio en el extranjero y creo su propio imperio. Me enamoro de Birth desde que tenía

sueño. Su amor por este hombre superba muralla. Se estableció

hana muy distinta a su hermana, la vida lujosa, de última marca. Al ser la segunda señorita de la familia, nada le importaba, porque el peso le cai a Brihana. La tarde cayó Brihana miro el techo y suspiro.

es ir po

stá

o que tomara asiento. Conociéndola y su amabilidad, se sentó en la otra silla al otro extremo. Todo rotor sabían quién era ella. Los que la miraban admir