Beggin de Maneskin sonaba de fondo. En la lista de Loisa estaba escrito “entregar llaves a H
sus ojos observaban la guitarra eléctrica de color negro recostada en la esquina, acompaña
dido con la funda azul que apestaba a perfume cítrico con talco de pies. Aquel joven la besó con una intensidad que le quitó el aliento. Nunca en la estricta vida de Loisa un ho
hielo derretido, pero otra estaba gritando que apartara a ese hombre y se
bello. Loisa sintió cómo le mordisqueaba la nuca, sus ojos se colocaron en blanco y fue cu
de creó un ante
todos sus logros. Aunque llevaba más de un año que no sabía de él, era lo mejor
ulosamente descrito de su día a día, pequeñas metas que va cumpliendo con el pasar de las horas. Y no está decepcionada de los dos años y medio que ha logrado con satisfacción el cumplir su plan de v
r, después desayuna y sale de su casa hasta la avenida para tomar el bus que la lleva a la universidad. Desde las ocho hasta las dos de la tarde se encuentra en clases. Almuerza con Mariana y Sebastián en la cafetería central. Desde las tres y media de
de Loisa. Bueno, nada lo hacía,
or quince minutos a que llegue su ruta. Al llevar una rutina muy poco cambiante, pudo conocer de lejos a la f
e seguridad. Su esposa era Fernanda Frely, una rubia bien conservada de unos cuarenta y tantos, la rica sofisticada que en su juventud fue modelo que posaba para marcas de lujo como Versace y Dior. Le dio al señor Andersson su segundo hijo, Kevin, un adolescente que a la vis
La distancia era medianamente corta de la banca de la parada de bus hasta la ent
No ocultaba su estatus social, no lo sentía necesario, además, otros becados como su amiga Loisa también estudiaban allí. Afortunadamente se habían sabido relacionar dentro del campus y nadie las criticaba por su estatus social. Pero s
terminaba de abotonar el pantalón negro ceñid
o así completamente boca abajo en la cama. Por el lado de Loisa, estab
r y también nos traerá —s
alir, mírame cómo estoy
n un vestido blanco de tiras, de esos que casi siempre usaba
ó Mariana—. Ariana ya está lista, sólo debe maquillarse
na fiesta, aunque tenían claro que Loisa no era de desvelarse por la
gnatura de Análisis financiero, Loisa decidió acompañar por primera v
buscar la mejor ropa que tuviera en su clóset, porque ese era un aco
camisa de mangas largas del mismo color, pero omblig
taba rodeada por un portón que era cubierto por una planta enredadera, de las típicas que u
que el verdadero dinero que poseen, sus familias en algún momento fueron muy adineradas, pero la crisis económica y malas decisiones de algunos familiares en la antigüedad hizo que su riqueza
auto, se vio envuelta en un mundo completam
ven alto, acuerpado y de piel oscura que se
rry, eran casi inseparables. Al ver que saludaba a Sebastián y Marian
, con una fuente en forma de esfinge en el jardín y todo un parqueadero grande
e una chica que no quería venir
linda no querría venir a m
una de mis mejores am
sto —salu
en se estrecha
a Ariana —di
saludó
l tan blanca como la de la chica, era bastante evidente cu
una piscina y un jacuzzi, se veían jóvenes bailando en una pista de
ana comenzaron a bailar casi de inmediato al llegar al patio. Por el lado de Ariana, estaba bastante concentrada en l
su extrovertida y astuta forma de ser, podía relacionarse con facilidad. Era de talla grande por naturaleza, además de una gran amante de las hamburguesas y su bebida favorita era la Pepsi, así que eso la hacía bien merecedora de varios kilos de más, aunque los s
el país. Por la forma en que acomodaba su largo cabello rubio, Loisa sabía que Ariana había pasado a su f
ada observando a la pareja, haciendo análisis de Paulo y qué tant
e se gustan —es
sa torcida, estaba bastante tranquilo, con su brazo derecho recostado al espaldar del mueble blanco: todo su cuerpo fornido destilaba una se
se extendía hasta rodear su espalda, como si la abrazara, además que se sentó bastant