img El climax de un millonario  /  Capítulo 1 Uno | 1.52%
Instalar App
Historia
El climax de un millonario

El climax de un millonario

img img img

Capítulo 1 Uno

Palabras:4161    |    Actualizado en: 30/03/2021

ÍTU

Lun

l despertador me hace dar

y m

mascullé, s

parar los ojos y aquello me

etumba en todo el monoambiente. Veo a través de la única ventana que

e aproxima una gran tormenta. Mierda, eso me pro

garon al borde del colchón. Me apoyo sobre mis hombros. Vamos

pequeño y bonito apartamento ubicado en California y n

roneo habitual de mi gata Ronny, quien se estira ocupando la mayor parte de mi c

tiene grisáceas. Puede llegar a ser confundida con un gato siam

opción gatunos y cuando la v

mensos ojos azules y yo tengo ga

digo, acercándome a ella y acariciándole la

tro gran bostezo y me veo obligada a arrastrarme hasta mi ba

cha. Salgo del baño con una toalla rodeándome la cabeza y otra a mi cuerp

uien en la avenida Mai

viva! Me ale

os cumpleaños más—le digo

o a charlar conmigo

nada, es sano hablar en

os con café, voy pensando qué

s dueños me alquilan el sitio a un precio razonable en una

toño e invierno las personas decidían

junio con una gran tormenta de nubes pesadas y negras. Pero

lanca y por encima de ella un delantal verde que rodeaba mi cuello y mi cintura. Este tenía a la altu

en una pared de mi casa y repasé mi aspecto en él mientras me

suspiré. Mis ojos grises parecían cansad

s, sólo era cuestión de encont

de ello Amy Steele—me dije a misma, repitiendo aquella

ía. Su arenero se encontraba del todo limpio, tenía comida y agua en

lón y me marché, cerra

bajaba por los escalones, escuché que la puerta que da al otro monoambiente se abre y sa

mano, con los ojos marrones algo entrecerrados

vir —me burlo y lo espero

Un aumento de sueldo —me confiesa, em

porque la escalera no

e cabello oscuro y

por vivir arriba de la cafetería y que nos den dos día

versidad y marcharme lejos. Estar traba

costado. De cierta manera le doy la razón

ene su visión

? —le pregunté, tratando d

a que da la calle y él

s escaleras para llegar a la puerta. No hay ventanas, pero sí ventilas. Las paredes no están pintadas,

uinas te saludan con sus ocho

to que yo y las mata con la es

cho miedo a

oche, pensando en un futuro mejor para mí—me respondió, apenado y dirige su mirada hacia el cielo, con los oj

un día muy tranquilo —le comento, entre lanzando mi b

los televisores colgados en las paradas con el canal de noticias puesto, miraban el clima a través de los grande

de la tarde, luego salía e ingresaba nuevamente

personas, pero de lunes a viernes t

ciado hace ya un mes y había logrado desemp

tando sacar las cuentas rápido y entregar todo a la perfección a los cl

as largas decoradas con algunos anillos en varias de ellas, una piel

ra, cuando terminaba su horario laboral, volvía a colocárselos. Tenía una perfora

ura, delgada, jov

umpa—me confiesa ella, dejando caer su mentón sobre la palma de la mano y con el codo apoyado en el mostrador,

mo que ella —. Me gusta este clima porque n

e da a la calle, azotando el cristal poco a poco hasta que e

ar. Toman sus pertenencias con rapidez, dejan algo de propina sobre las

sos. En las paredes de ladrillos a la vista y barnizados, dándole un toque más oscuro y brilloso, colgaban plantas artificiales y otras que eran de interior como algunas marantas leuconeras, crotones, helechos

e ninguna imperfección con respecto a l

ador para ir a limpiar

la puerta suena tintineante, advirtiendo que un nuevo cliente ingresó

e cabello oscuro que él no tarda en retirar hacia atrás pa

de buscar algún lugar desocupado para sentarse.

us ojos pasen desapercibidos, pero sé qué eso sería imposible que

su corbata gris como si lo afixiara,

uspiro que indica que algo está mal en su vida. Parece que la silla le q

as revistas de trajes para hombres. Incluso hast

y en esta se calan una barba muy pero m

es tan atractivo que se me ha quit

con

o y sus ojos grises me han encontrado por

to la mirada rápidamente y

, concéntra

i

tas machucadas y una taza blanca vacía con restos de

para dejarla vacía y comienzo a limpiar c

hacia atrás porque

Hombres como él no se f

No hay u

e novia y debe

ica más afortu

a hecho ya antes. Tranquila Amy, es sólo un cliente. Cuando se

e ponerme así cada vez que i

que aquel tipo de

y lo único que logró ver es que está con su celular,

stán bien abiertos puestos en la pantalla de s

e aquel que se encuentr

de pedir nada. Tengo el presentimiento de que sólo ha v

í, sentando y enojado, discutiendo, me veo en la obligació

ndo mi fleco hacia un costado y que ningún mech

el bolsillo. Aunque sé qué con otros clientes puedo memorizar los pedidos sin problema al

a de aire y me a

mo un pitido y tengo gan

ía entre el móvil y él. Pestañea un par de segundos, con sus ojos puestos en lo

Concéntr

ara desayunar? —logro pre

strarle que no me

ofunda, sonora y potente

tan frío que me sorprende qu

voz cantarina—, porque hay unos ricos b

vil mi voz se va apagando de a poco por

as. Sólo e

as que ahora me siento incómoda por ofr

le aviso, y no puedo evitar apretar

o a preparar su café. Ja

tomado la molestia de mirarme y que hay

y, ponte

d, voy detrás de la barra y me acerco a Wendy, quién está muy tranquila aten

ro de las bolsas de papel y se las entrega con una sonrisa a

ella sin mirarme mientras saluda

a ella sin saber

lpo—me sonríe, pícara y veo que también le ha echado el ojo—¡Su cari

ono la parte de cortados sin ant

n calor inexplicable

gnifica afirmac

ria? —le respondo, miránd

eño

doy vuelta encuentro al hombre de traje detrás del

ue estos se han secado y es imposible n

ue no puedo justificar. Sus manos se apoyan en el mostrador, esperando una

bo marcharme ¿pero puedo ped

ito, apagando la maqui

saca una tarjeta que me tiende con sus dos dedos. Lo mi

que llegue cada mañana — me explica, y yo tomo la tarjeta—¿Podría hacerlo por mí

le mires

arjeta, provocándome una leve corriente que me reco

nombre en la tarjeta blanca y de hoja muy gruesa,

su número de celular, el corr

elklein —leo su apellid

ar realmente así, pero mi tono de

ntenso cómo su presencia. Inc

ue yo pueda agendar su número —me pide, con ta

un mensaje —le digo par

mbre asiente y deja un par de billetes sobre

se marcha del sitio con su malet

normalidad. El corazón me palpita con fuerza. No puedo

usta!¡Te he vist

y provocarme un respingo. Se posa detrás de

ando que mi bobalicona cara no me

iradas divertidas y yo p

—justifica Wendy, levantan

do. —contrataco, dejando caer mi mejilla en la palma de mi mano mientr

a reír —. Deberías enviarle tu número así te agenda en su móvil. Tienes una

cojo de hombros mientras acomodo los folletos del s

folletos. Claramente, un desinterés que

so y me escabullo antes d

e el clima delata que

l no con una intención de hacer mis necesidades, sino que...quiero agendar

rente a la puerta de mi apartamento, algo

rick y mi gato Ronnie viene a recibirme con su cola

omándola en mis brazos y c

dulce

copa de vino. Cada tanto tengo que sacar a mi gato que quiere

na en su tazón que está en suelo. La gata, co

or rayar una zanahoria para n

cama con la copa de vino llevandomela a los l

stagram? Mmm, dudo que tenga uno. La tentación de enco

alta primero. Demonios ¿realmente tiene la cuenta verifi

í está, señ

entes paisajes bien editados como la Torre Eiffel, el

o por las fotografías porque había varias de d

la parte de etiquetados, dónde tus conocidos te etiquetan en alguna fotografía q

l de largo cómo lo tenía hoy. Era de noche, había botellas de cerveza sobre una me

e apuestos, pero debía admitir que el señ

sta. Llego a tiempo y la saco del fuego. Pongo a hervir agua para

mero al señor Voelklein para que lo registre y así, aseg

algo me lo

su número en mi celular.

enviarle un mensaje para

rviosa? Relájate tont

u chat. Frunzo el ceño, no figur

ogando que mis dedos no me fallen co

e lo ha atendido esta mañana en el café Blue Moon. Le envi

r y lo releo

Cuando estoy a punto de borrar el mensaje a

lo ha

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY