img El climax de un millonario  /  Capítulo 4 Cuatro | 6.06%
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Historia

Capítulo 4 Cuatro

Palabras:1685    |    Actualizado en: 31/03/2021

TULO

la. Esas fueron las acciones que me permitieron recobrar el aliento, s

staba a mi

uesta que, si la rechazaba, podría ser algo estúpida de mi parte.

me desabotoné la camisa blanca, quedándome únicamente descal

rco al ventanal, tratando de hacerme una id

estén preparados para verlo encuerado.

or al imaginarlo como aqu

la protagonista de aquel fragmento. Me miro los dedos en

dido ayudarme en

endian con tan solo recordar sus ojos grises. Ese rostro s

delantero de mi pantalón, haci

elklein, pero una punzada de decepción me g

je de texto

00:00 horas. S

sar. No quiero saber nada de el

es de la playa, así que estaba en el radio de los luga

s privados eran carísimos y no era para nada accesible. Debías tener un apellido

con otras chicas que estaban allí o porque no tenían otra

callejón muy poco iluminado y en donde la mayoría dec

la entrada y toqué tres v

ado, dejándome ver los ojos oscuros y saltones de Daniel. Est

poco tarde, Amy? —esc

s ojos e

ce minutos desde las cero

iz no le

es t

o inició a las

Daniel —me cruzo de brazos sin poder evitar golpear con uno de m

rendija y abre la puerta l

a —carrasp

a misma estatura que el umbral. Tiene un traje negro y una corbata gris. Cabello ruliento

ni! —le

el cual me corresponde co

e regañe —me dice, con tono a

y me m

echo y da la sensación de que las parede

uertas que te dirigen a una habitación diferente

ard

u presencia antes de abrir la pu

orio, sentada. Arrugo la

veo. Las paredes rojas hacen que se note aún peor. N

o sobre el cenicero, con sus o

castaño. Sus ojos agitados, verdes, se clavan sobre mí, y yo me abrazo

ugas. La edad y el tiempo n

¡Estoy harta de tu indisciplina! ¡Eres una…!—la tos interrumpe sus pala

a se desvía y me aferro a q

esto. No oigas sus palabras. Tú

y espero recibir u

o la manija del picaporte y cierro la puerta. En cuanto la cie

placer de verte afectad

encuentra a oscuras y las únicas luces que ingresan en él son la

alda pegada contra la pared mient

cta—miento y me

calada. La rechazo con

no fumo—l

si algún día cam

erta de vestuario y ella se detie

cándose a mí y mirándome a la cara, analizándola—

de los doce años de edad. Se trata de un baile cuyo elemento principal es una

fuego desde que la conocí y piel morena tan hermosa q

robusta

bien. E

siente, me da un apretón en el hombro y se enca

te más hermoso que puede existi

tenía y lo convirtió en

cer, ahora encuentro

a hacia el frente, serie y mis manos están entrelazadas contra mi vientre, nerviosa. No es algo que

is pechos, un shorty blanco de encaje que apretaba mi trasero, y uno

ngan el descaro de imaginarme en diferentes poses sexuales, haciendo asquerosidades con mi cuerpo. C

a. Me dab

estatura, se me acerca sosten

l? —me pregun

imita mi gesto. Sube al escenario dando breves saltos sobre lo

n, con sus focos altos y redondos, y el telón rojo de terciopelo, pesado, se ab

los cinco conmigo en forma de saludo y

n con el micrófono pegado a la boca—¡Está aquí para deslumbrarlos, para maravillarlos y se irán a casa c

es lo que escucho y me ensordece. Me ab

el!¡La bailarina más exótica de toda California!

sa. Aplausos, chiflidos y halagos recibo por par

pero me es inevitable no

ca por s

entado en una butaca alta junto a la barra, listo

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