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Historia
La salvación del millonario (CEO)

La salvación del millonario (CEO)

Autor: Elkiem
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Capítulo 1 Villain

Palabras:2203    |    Actualizado en: 08/04/2021

bargo, eso es lo que menos le agrada. Tener todo a su merced aburre, tener a amigos idiotas iguales que él también lo ab

filas, lo observó durante unos segundos, pero después volvió su vista hacia el escenario donde las mujeres hermosa

ió encendiéndose un cigarrillo y una bocanada de humo formó círculos arriba de su cabeza. Se mordió las uñas y también miró hacia al escenario, no le interesaba nada de lo que veía, o sea

y no te termina gustando nada, qué calvario para tu madre. —co

se con alguien en este momento. A ella le gusta esta vida como a vos, a mí no me disgusta, pero, paso

ndo el alcohol y cuando lo tuvo entre sus manos, los bebió tan rápido que ni siquiera pudo degustarlos. La amabilidad no era una característica propia, pero le llevaría algo de beber a su amigo quien no se había levantado de la silla y parecía disfrutar el show que veía todos los putos fines de semana, pero sonreía, una sonrisa de oreja a oreja como si fuera

o ves por dónde caminas? —

nés que limpiarte bien para la próxima. —alzó una de sus cejas y el dedo índice

ta reírte de los de

e la cabeza, y lo arrojó al suelo donde la ira se hizo parte y la camisa le quedó empapada de sangre contraria; los labios contrarios estaban rotos. Odiaba las peleas, pero nunca dejaba que alguien lo trate de manera superior, siempre

ida. Vamos, amas pelearte. ¿En qué burlesque te hace

enzó todo, me empujó, además esta

onas de nuestro ámbito. Tendrías que haber dicho “Sí, perdón, la pr

poco divertido, ¿o no? —contestó riendo por lo bajo, e hizo un

caron del lugar y ahora estoy acá poniéndote hielo como si fuera un padre cuidando de su

eguntó levantándose y arreglando su camisa; de

los bolsillos del pantalón

a con su sangre. Su amigo no le

. Él había estado en prisión, y nada se comparaba a eso, nada era tan terrible como eso, porque no sabés cuándo termina tu vida, no sabés cuándo te podés encontrar con la muerte. No podés dormir, ni reír, ni hablar en voz alta, n

oído: — ¿Prepa

nía el pantalón bajo y únicamente la camisa. Era un típico oficinista moralista de la vida durante el día porque había dejado el traje a un lado, algo sucio y la corbata le colgaba apenas del cuello. La mujer los observó con cautela, sin embargo, ninguno de los dos les dio demasiada importancia, o estaban demasiado drogados o simplemente no les molestaba estar en público. Quizás podrían ser las dos opciones combinadas. Aunque era incómodo estar allí, era la única manera de escapar de aquellas personas, se

hacía falta trabajar, no se metía en los negocios de sus padres, éstos estaban a cargo de empresas farmacéuticas, en realidad, tampoco los conocía demasiado bien, quizás un beso de buenas noches de su madre cuando era chico, pero casi siempre estuvo al cuidado de su “nana”, de su niñera, que luego se enteró salía con su padre durante aquella infancia que veía lejana y borrosa. Cuando recibió terapia, la psicóloga le mencionó que probablemente no tenía tantos recuerdos de chico porque le sucedieron cosas tormentosas que no deseaba volverlas parte de su consciente y esa fue la única respuesta que Fox dio durante tantos años. ¿Pero cómo se

arquitectura. Era lúgubre, gris, había sonido, pero no sabía de dónde provenía, alguien gritaba, pero no sabía por qué, alguien bajaba las escaleras, bocinazos, alguien pedía ayuda. ¿Quién? ¿Quiénes eran? ¿De quiénes se trataba? Él estaba allí, solo, sobre el living, pero parecía estar más bien arrojado en el suelo y veía todo desde un panorama

vigilándola o esperándola. — Buscame, soy Wendy Shoppes, vivo en la calle Mortimer 1567. ¡Por favor ayudame! —decía y parecía cubrir sus propios labios. Sin emba

e el líquido rojo. Anotó como pudo en su celular el nombre de la chica y los datos que le ofreció. ¿Quién era ella? ¿Qué clase de recuerdo se había d

mer lugar. Tenía su nombre, el rostro, la dirección, sin embargo, nunca la había visto, no la conocía, no le parecía un rostro familiar, aunque efectivamente el acento parecía ser de ahí, no le era extraño a sus oídos. La ansieda

ne, maybe i’m killing you, maybe you’re killing me

uien tal vez, tal vez estoy matándote, tal vez me estás m

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