nde corro y el suelo desaparece. Donde alguien me sigue. Donde alguien grita, pero no entiendo las
a carrera. Pero no había corrido. Casi no salgo de casa. Él dice que no debería. Que no es
El tintineo de la cuchara contra la taza. Lo sé: en tres minutos entrará con el café. Si
ntar no equivocarme. Por mantener en mi mente todo lo que él ha dicho, tod
nríe y me la ofrece como
mi lado. Su mano se posa en mi muslo - demasiado fuerte,
ta. Me observa mientras bebo. Sé que no dejará de m
ias -
sta. ¿Ves? Cuando obede
apenas perceptible. Pero la aplasto. Él tiene razón.
*
tra mi propia respiración. Ya pasé dos veces por el mueble de la tele
ritara. Me sobresalto, me doy vuelta, miro donde apunta:
... - cojo el trapo,
a debe estar en orden. ¿Es mucho pedir? - me mira como si lo hubiera
ue él dijo: "Lloras para manipul
uerza. Una hora después, me trae flores. Lirios. Mis
que a veces te cansas. Estoy
cierra. No de alegría. De ter
*
be hacerlo de otra forma. Porque teme perderme. Porque
que todo lo que hace es por mí. Quiere que sea mejor. Que aprenda a callar cu
divino por tercera vez en la semana quién llamará.
ridad. Como quien ve a un niño most
n. Pero ¿a quién? Mamá hace tiempo que calla, las amigas "ocupadas", d
susceptible. O al contrario: me habría dado cuenta antes de que v
stás hecha para el ruido ni el ca
engo miedo, o lo amo. O ambas cosas.
ena, todo
dando la película que vimos en nuestra primera semana j
uena, todo e
canción en la radio era aquella que sonaba en el
ido. Tranquilo. Pero por dentro, alguien
Estás empezand
o la casa. Preparo la cena. Me po
¿Verdad? Él me ama. Me compró fl