an en cuanto el heredero de la fortuna Huntington Vanderbilt entra al lugar. Alaric Drake Huntington Vanderbilt, impecable en su traje negro, camina con porte firme y mira
a de la manada Luna Áurea, nacido cada cien años, único y poderoso, en sus hombros cae el peso de la p
de que Thea, su mate destinada por la diosa Selene, algún día nazca. Para los lobos, encontrar a su mate es un evento sag
cos ERA, propiedad de la señora Huntington? -pregunta una periodista pelirroja, con voz firme
jor dicho, Vanessa Smith. Vanessa es una mujer fuerte, al igual que su em
esposa durante cinco años. Se casó con ella en un intento desesperado por darle estabilidad a Luna Áurea, su manada, la que había quedado vulnerable tras la muerte de su padre. Aunque era un alfa fuerte, el pe
gica no fue suficiente. Su matrimonio terminó en fracaso, y aunque Vanessa intentó
-dice ahora, con
esperar a alguien que nunca vendrá. Hyperion gime. -
lobo. La sala de prensa lo observa con atención, pero nadie sospecha la batalla interna que lib
mo-. ¿Tiene planes de volver a casarse? Alaric sonríe, una sonrisa calculada que no revela nada. -Mi enfo
o podemos darles. Alaric reprime un suspiro. Es cierto que ha sido un mujeriego. Su reputación entre los lobos y los humanos se
die más -dice Hyperion, con
de la sala, le esperaba una
sonrisa que parecía más personal que profes
Había algo en su mirada que despertaba su inte
ó, con su voz gr
, se acercó más de lo necesario, su voz bajó de tono, sus palabras se volvieron más insinuantes. Alaric, acost
, con un tono indiferente-. Pero
o. En un rincón apartado de la sala de pren
distracción que no significaba nada. Pero para alguien más, para alguien q
lor d
del Country Club Arms, cuando un dolor agudo atravesó su pecho. Era como si algo invisible la h
ntó Rose, preocupada
abeza, tratando de
muró, aunque sabía q
paran y siempre parecían coincidir con algo que no podía explicar. Era como si su cuerpo reaccionara a
jo, intentando sonar tranqu
la llevaron instintivamente a un lugar que conocía bien: una pequeña casa del ár
e fuera por un momento. Subió lentamente, sus manos temblando mientras se agarraba de las rama
ra estaba acompañado por un p
ó, mientras las lágrimas comen
bol. Sabía que Amara vendría aquí; era su lugar segur
? -preguntó Amara en u
su lado, dándole un abrazo r
oz suave-. Pero lo que sí sé
gó con l
dió, con los ojos llenos de
sostuvo su barbilla – SEA LO QUE SEA LO SUPER
traerla-. Después de la reunión, nos iremos de fies
la nariz, confundida
, tratando de enfo
asi
ció a ese heredero rico
nreír, aunque el
e-. Pero su manada lo rec
njusto -murmuró-. Ella lo ama, y él
ncogió de
que sugería que sabía más de lo que estaba diciendo-. Pero lo
abeza contra la pared de m
ir -admitió, su v
-Solo descansa un poco -le d
intió dé
Te esperaré en el salón -dijo
a ventana, mientras ve como se aleja l
licable y profunda soledad Amara se
lgo en el paisaje la hizo detenerse. Una sombra oscur
inguir un lobo negro y enorme, sus ojos brillando con intensidad en la penumbra de la mañana. El ani
clamó, su voz te
rás y, en un instante de terror absoluto, se