te, tratando de calmar la adrenalina que todavía corría por mi cuerpo. Cerré los ojos. Todo lo que había
eí. Tenía ganas de salir. No quería quedarme encerrada toda la
tomé el teléfono y
e salir. ¿Cena
ndió casi a
secuestrarte? Esto se cel
en el centro. En un
estoy guapa.
estido rojo ceñido, y yo con una falda corta y una blusa escotada. Sabía que ne
ertes y comida buen
te al jefe de la cabeza -r
s de todo. De nosotras, del trab
la alfombra de tu sala? -dij
ndole la boca-. No grites
as a vol
iciéramos sin restricciones, so
e respo
es terminar loca por un eg
gua de oro, ¿verda
as -le dije
enues, reggaetón y cócteles que bajaban como agua. Bailamos, bebi
que no
daba vueltas. Me apoyé en el lavamanos, traté de recuperar el equilibrio, pero mis pier
todo se vo
sin conciencia, con el nombre de Leandro volan
zando como si fueran parte de un delirio... lo siguiente que recuerdo es
za. Estaba en brazos de alguien. La voz grav
ya pasó -sus
cuello y lo m
estoy? -pregunté
ntrar tambaleándote. Te seguí. Por suerte, llegué justo a
rivada dentro del club. Otro hombre, de tra
á bien? -p
ue siente mucho calor -respondi
s intentaba quitarme la blusa-.
s aún -dijo él, suj
hombre i
de seguridad. Fue un idiota en la barra. Ya se lo lle
la mandíbula y
te. Yo me en
y salió, cerrando
mí. Yo me retorcía entre
¡No aguanto más! -gemí, rompi
ir -susurró, pero su voz también estaba cargada de deseo, como
ecer! -rogaba con la piel encendid
ió sobre el sofá de cuero negro de la oficina y comenzó a besarme con desesperación. Su lengua invadía mi boca co
ora -le dije con
do escrito por el destino. Me movía con violencia, sin control, llevada por el deseo que me consumía. Él gemía, jade
ras me mordía el cuello y me apretaba l
ntre jadeos-. Per
otra vez, pero él me sostuvo, me elevó, me atrapó con su boca en mis senos, me hundió
ed y me volvió a penetrar con fuerza. Lo hacía como
a que nuestros cuerpos colapsaron. Jadeantes,
ocurrir no tenía marcha atrás. Que esta vez, el fuego