sido mi hogar desde niña. Embarazada de cuatro meses, el dulzor a ve
to a la puerta de la pastelería fa
os a por los resultad
as bodegas más prestigiosas de la comarca, un hombre admirado, el mari
palabras y fe inquebrantable,
acompañe. Tod
más expresiva, me
ho, hija. Y
egocio familiar próspero, unos padres que me adoraban y un marido
médico nos recibió con u
tá perfectamente sano. N
informe, su rostro radiante de felicidad. Pero al a
tan brusco q
El médico ha dicho
r, ahora reflejaban un horror que no comprendí
ogramar un abor
susurro helado
has vuelto loco?
digo, Sofía. Po
a sentido. No era mi Javier. Saqué el móvil y
clínica. Rápido. Javie
gó el informe a mi padre. Esperaba que Manuel lo pusi
formó en una máscara de furia. Sus ojos se inyecta
nstr
llegó, pero su odio
nio no pue
Ella vaciló solo un segundo, un instante que se
ue purificarte.
e derrumbó. Las personas que más amaba
mis súplicas. Me encerraron en el viejo almacén de la finca
o soportarlo. El calambre agudo en mi vientre fue el principio de
de sangre y rota de dolor, no
a vergüenza a
ido por su disciplina férrea. Las monjas eran sombras silenc
ender nunca por qué. ¿Qué había en ese informe? ¿Qué