e pasión y arte junto a su amado Máximo Lawrence, el hombre que le prometió sueños en cada nota de s
cachorros de la alta sociedad, no nuestra vida, sino una cruel apuesta que lo cambió todo. Máximo había ganado un Hispano-Suiza
da de todo. De estrella a limpiadora, fregando suelos pegajosos para ganarme la vida, solo para que Máximo y
ué clase de monstruo era este, que se deleitaba en mi caída? La humillació
ompió, me reconfiguró. Cogí el teléfono, mis últimas monedas, y marqué un número, el de