pequeña cocina, un aroma que solía amar, pero que aho
estéril, una noticia devastadora que me hacía senti
pequeño frasco blanco rodó por el
, al ver el frasco y el pánico en sus ojos, me confesó entre sollozo
haber dudado de ella; la culpa se había trocado en compasión, cegándo
smo, me anunció que se iba de viaje de trabajo; pero una cámara ocu
a nuestra habitación, sonriendo, y se metía
"espontáneo", mis padres llegando al hotel para encontrarme con una mujer desconoc
raicionado, humillado y despojado de to
ropósito se volvió letalmente claro: harían añicos la vida que tanto