o de la hermosa Luciana y leyenda taurina en ciernes, viv
que apareció Máximo Salazar, el hi
urpador", exigiéndole un riñón para el "delicado" Máximo, acusán
ue solo lo salvó por su sangre compatible, que su vida les pertenecía. ¿Cómo pudo el am
oportarlo, salven a Máximo!", que Iván Castillo murió, no sin antes escuchar una voz fría: "Misi