familiar aroma de mi lucha, de mis libros de anatomía y de
lpe, revelando a Elena con una caja
la sangre; supe de inmediato que era un peligro morta
cia, mientras la serpiente me miraba con una inteligencia
nte me acechaba, la encontré en mis tenis, en mi almohad
a guerra silenciosa que culminó cuando la serpiente mordió la
l, pero Elena, preocupada solo por su "mascota" , se interpuso, permit
lor, mi hermana perdió sus dedos, y aunque
ocenas de serpientes de cascabel, y en el centro, la criatura original, mirándom
en la ventana, el olor a café frío... y la voz de Elena
o esta vez, el pánico fue reemplazado por una calma gélida y