n cinc
e y yo seguíamos viviendo en la misma casa, pero éramos dos extrañas compartiendo un tec
los de un fantasma. Se había vuelto más delgada, más pálida. Su silencio ya no era
gradué, conseguí un trabajo como diseñadora gráfica. Pero el
ra. Recordaba los domingos en el parque, los tres juntos, con mi madre sonriendo mientras nos miraba. En esos recuerdos, ella no h
que ningún otro. Un secreto que no le conté
a mañana. Estaba de pie frente al fregadero, con el grifo abierto, mirando fijamente el agua correr. Cuando lo ll
í?" , me pregun
os, como los de un sonámbulo. Decidí no decirle nada a la policía porque n
o me atormentaba. ¿Qué
imiento, miedo y una extraña y retorcida lástima. La veía moverse por la casa como una
es, lleg
. Tenía una sonrisa que podía iluminar la habitación más oscura, y por prim
obre el silencio de mi madre. No le conté sobre el susurro, ni sobre la ley
mi ancla a la realidad. Me hizo re
conocernos, me p
yo solía ir con mis padres, con un a
do de felicidad. "Sí,
o Roberto, sus padres y mi madre. La idea me llenaba de una ansiedad terrible. Ju
de la cena, n
le dije a Roberto por te
su calma habitual. "Tu madre estará feliz por ti. V
l fondo de mi corazón, una alarm
nto de poner a la persona que más amaba en la mi
a segunda frase estaba a