tanto como el vacío que sentía en el pecho. Las luces d
o en seco, un recordatorio brutal de que todo había terminado. Mi carrera como
rometido llevarme a la cima, me dio una copa de champán antes de la función. "
rio, sentí un mareo abrumador, mis piernas flaquearon y mi rodilla cedió
o suficiente. La puerta de la habitación estaba entreabierta, y a través de ella se filt
", susurró Mateo, su voz cargada de una
r. Todos vieron cómo Sofía se desplomó sola. Un trágico a
río del aire acondicionado se convirtió
"Nunca volverá a bailar. El papel principal es mío, por fin. Y tú... tú serás el cor
él, y por un segundo, una estú
stáculo menos. Ahora podemos estar ju
luta. Me habían destruido el cuerpo y el alma, y ahora se besaban fuera de mi puerta, celebrando mi
ro era una máscara de preocupación. Se acercó a la cama, tomó mi man
ue me revolvió el estómago. "¿Cómo te sientes? El doctor dijo que la operac
alabra era una mentira. Cada caricia, un insulto. Quería gritarle, abofetearlo, exponer su fa
nó. Vio la pantalla y su e
aradamente. Se alejó unos pasos. "¿Qué pasa, Cami? ¿Estás bi
iento, mi vida. Camila se siente muy abrumada por lo que te pasó, está teniendo un
dome sola con el eco de sus mentiras y el dolor insoportable de mi rodill
ha despegado de la otra bailarina, la tal Camila. Dice
do cuando pensó que nadie la miraba. Y él la trata como si
, se hizo mil pedazos. La desesperación amenazó con ahogarme, pero entonces, en m
e noche. Saqué mi teléfono, mis dedos temblaban de rabia y dolor. Busqué un n
e asustaba y me intrigaba. Un empresario poderoso que una vez,
jan
fuerza contra las costillas. Contestó al
ofí
raje que me quedaba. "Alejandro, so
l otro lado de la
sin un atisbo de duda. "Tu propuest