"fuerte". La escena era tan absurda, tan ofensiva, que sentí una oleada de náuseas. Ricardo, parado en mi sala, ofrecié
mirarlo a los ojos. Mi mirada se clavó en Sofía, que me obs
anuncié, queriendo escapa
ás autoritario. "Estoy preparando la cena. Ri
na fue para prepararle un pastel de cumpleaños a Leo, y se quejó durante una semana del desastre. Pero para Ricardo, estaba preparando
espondí, y comencé a
d? Ricardo es nuestro invitado, un socio importante de la empresa, y tú lo tratas como si fuera un a
a furia que había manteni
turo, Sofía?
levantando las manos e
. Mateo, entiendo que estés pasando por un mom
a fue la gota que
endes nada"
e pie, con los
speto a Ricardo en mi casa. Míralo. Es un hombre exitoso, brillante. No como tú,
arrollaron la tecnología central de 'Belleza Celestial' durante los últimos cinco años? ¿Los q
fía fue amarg
eces. Pero ahora tenemos a Ricardo. Él tiene ideas de verdad, t
é. La represa de dolor, hu
s, tu indiferencia! ¡He trabajado día y noche en esa maldita empresa familiar, soportando a tu padre que me mira
edió un paso, sorprendido por mi arr
eo... ¡Dios, por Leo! ¡Pasé cada noche en ese hospital, leyéndole cuentos, prometiéndole que
an por mi rostro,
madre decidió que era un estorbo para su nueva vida! ¡Y tú te atreves a traer a este ho
u rostro pálido y sus labios apretados en una línea delgada. La
su voz desprovista de toda emoción
susurré
omo un trozo de hielo. "Coge tus cosas y
da. Ni arrepentimiento, ni dolor, ni amor. Solo un vacío frío y egoísta. Y extrañamente, en medi
lenta
ie
ché a Sofía decirle a Ricardo en voz baja,
pocas cosas que eran realmente mías. No toqué nada que ella me hubiera regalado. Cuando bajé con
?", preguntó, casi
ondí, sin
fantil. Vuelve aqu
al y me detuve. Me giré pa
é hablar, Sofía. Q
. La incredulidad dio p
Veremos qué tan valiente eres mañan
po, no sentí dolor ni miedo. Solo una ca
ije. Y cerré la pu
-