ientras la multitud celebra
iaba, sino el terror de un recuerdo tan v
hospital solitario, abandonada por t
i prima, la "invitada" que mi
señador como regalo, una pieza reluciente que, en m
mpujó, una mentira que usamos con orgullo, sólo para de
ue sólo el inicio
rgura se formó
haber sid
juego había cambiado, y la qu