pólvora. La gente me miraba diferente. Algunos con curiosidad, otros con una nueva forma de respeto. Vale
espués de la clase de arte y caminábamos juntos por el campus. Al pri
está mirando",
en", res
la vista de todos. Valeria estaba a unas mesas de distancia con Damián y su pandilla. P
?", preguntó Sofía, ju
nte", dije,
do lo que necesitaba. Pequeños gestos, pero en el tenso teatro social d
derno de dibujo de Sofía desapareció de su mo
on los ojos llenos de lágrimas que se negaba
nio para saber quién
incipal, abierto. Las páginas estaban arrancadas, pisoteadas y manchadas co
ezó a reunirse, algunos riéndose, otros simplemente mirando con morbo. Valeria y
que me dejó sin aliento, comenzó a recoger las páginas rotas una por una, sin decir
su lado, ayudándola a recoge
o, Sofía", le d
beza, sus labios apretad
directamente a Valeria, quien borró su sonrisa de inmediato, sorprendida por l
seg
ue te afect
sorprendentemente firme. "Solo me
a chica, que parecía tan frá
a llevar. Uno para mí y otro para Sofía. La esperé fuera de su aula. Cuando Valeria pas
fía, aunque nunca me lo había dicho. Lo había adivina
prendió. "¿C
n", respondí, g
o había hecho lo mismo por ella, todos los pequeños detalles que había memorizado sobre sus gusto
allí a toda prisa, casi corri
umillación engendra desesperación. Y la
ba en la biblioteca cua
típica arrogancia. "¿Crees
te", respondí sin levant
culpa. Deberías dejar en paz
Perdón? ¿Y
quién te met
o personal. Su intención era clara:
ardo", le adv
as a llorar
cuando nadie miraba en nuestra dirección, se golpeó la cara cona mano a la nariz, de la
ulmón. "¡ME PEGÓ! ¡LEONAR
pie, y a Ricardo, sangrando por la nariz, con un
. Una trampa sucia y cobarde. Y