por las persianas, iluminando las partículas de polvo que bailaban en el aire. Por un instante, no recordé nada, y luego, t
o, llamé a mis padres para decirles que estaba bien, que estaba con un amigo y que
pronto iba a compartir con Diego, y sacar mis cosas. Especialmente mis
ado la noche allí. Un alivio. Comencé a empacar mis ropas, mis libros, mi
onal que había destrozado, vibró sobre la me
iego pasó la noche conmigo, cuidándome. Dice que se dio cue
So
oqueé el número, pero el veneno ya estaba dentro. Ava
bitación que había convertido e
as de madera y metal estaban partidas, rotas. Alguien las había pisado, con saña. A un lado, mi torno de alfarero tenía un profundo arañazo en la super
s. Esto no era un accidente. Era un
La puerta se abrió y Diego entró, seguido de cerca por Sof
lí, rodeada de cajas y con la dev
preguntó Diego, su tono más
jos en Sofía. Ella evitó mi mirada,
ecita lastimera, mirando al suelo. "El médico dijo que el
brazó prot
mi amor. Ya
días antes. Vi cómo le acariciaba el pelo, cómo le susurraba algo al oído que la hizo sonreír débilmente. Estaban en su
e quejaba de sentirse sola y Diego cancelaba nuestras citas para quedarse con ella. Las miradas extrañas, los secretos. Yo lo había atribuido a la dependencia de una hermana menor, a
ramientas rotas en el suel
, mi voz peligrosamente tran
eció notar el destro
se cayeron. Eres muy de
as herramientas son mi vida. Jamás las dejarí
era astillada se clavó en mi palma. Mi pieza, mi crea
paciencia. "Tenemos cosas más importantes de l
ntándome. "Esto es lo único que me importab
glarlo todo. "Te compraré cien juegos si es lo que quieres. Ahora, po
mación final. El hombre del que me había enamorado no existía. Quizás nunca existió. Solo había est