ún quedaban en el penthouse de Ricardo, cosas de mi madre, recuerdos que no podí
iera si todavía era la señora de la casa o una simple visitante. El viaje en el a
cibió, un perfume caro y floral que no era el mío. El apartam
miné hacia la recámara principal
aba solo, Elen
tado en la cama, en pantalones de pijama, y Elena, de pie frente a él, le estaba ajustando la corbata de un traje que
me paralizó, fue lo q
cumpleaños, una pieza única, con hilos de plata y un patrón de colibríes que solo
mo si fuera un acceso
ipsando el dolor y la tristeza. Di un paso dent
voz sonó extraña,
ció el ceño, molesto por la interrupción. Elena, por
te" , dijo con falsa dulzu
tes" , repetí, dando
riciando la tela del rebozo. "Este chal es precioso, lo
interrumpí, mi voz temblaba de ira.
os antes de que su rostro se compus
o a Ricardo. "Ricardo, dile algo, está muy al
convirtiendo mi justa indignación en
, por un momento en que él viera la verdad. Pero lo que vi en
"Estás haciendo una escena por nada,
ella está usando algo que me pertenece, algo
a cama. Había un par de aretes de perlas, los mismo
n llegaron aquí por accidente" ,
sión no cambió. Se levantó de la cama y se paró f
a tarde y se quedó a dormir en la habitación de huéspedes, no
vista. La cama no estaba hecha, y habí
omo si fuera est
se endurec
a ti misma" , espetó. "Ahora, pídele una disculpa a
traición era absoluta, completa. No solo me había engañado, sino que me exigía que me disculpara
mor que una vez sentí por él