ina, y después a los rostr
espiración
r calma que pude reunir.
ó con un coro de jad
o digas to
! ¡No puedes
n suic
frenéticamente, sus ojos
a! ¡Te lo prohíbo, Sofí
do demasiado. Yo sé lo que hago. Ricardo me enseñó algunas cosas sobre estos artefa
teoría, pero nunca lo había hecho en la práctica. Sin embargo, tenía una ventaja que na
lentamente. Yo pondré el mío exactamente en el mismo lugar. No debe haber ni un segu
rminación los silenció. Vieron en mis
aba descon
ja. No puedo
dando», le dije con suavidad. «Es m
sonido era el viento silbando entre los
, asintió,
ien», s
lla, con el corazón mar
emorizando cada centímetro de
uy despacio. Cu
mos nosotras dos y el metal mortal bajo la tierra
a», s
a deslizarse hacia atrás
moví mi propio pi
ro, una coreografí
ro a cen
frente y se metía en mis
to tocó
o del plato de pre
, le o
e se
asentó po
erceptible, confirmó que el
a atr
na estab
odillas sobre la tierra, llorando d
n el aire que había
l resorte bajo mi pie, un monstruo dormido
o de nuevo, sus manos temblorosas marc
madre en ella se negaba a rendirse, aferránd