uminado, y el Conde de Rivera anunció el premio: el reloj de bolsillo de
na obra que, según él, capturaba el espíritu de la nueva era. Su poema era una serie de frases extrañas y sin
hubo un aplaus
ó: "Señor Leonardo, su estilo es... inusual. ¿Podr
l arte no se explica, se sient
er su propio poema. Sus seguidores intentaron cambiar de tema, alabando su
o tenía intención de participar, per
tó Leonardo desde el escenario. "Tal vez pueda enseñarnos a limpiar un rifle
ron para mirar a Arturo. Isabela lo mirab
una palabra. En lugar de ir al podio, se dirigió a un rincón donde
centro del escenario y, sin
Sus dedos se movían con una habilidad sorprendente, arrancando notas llenas de dolor, de soledad y de una extraña belleza. L
de su propia vid
conmovidos. Luego, el salón estalló en un aplauso atronador. La gente se puso de pie, aclamando
bió al escenario, vis
xtraordinario," dijo. "El pr
tomó, sintiendo el peso frío y familiar en su m
ostro descompuesto por la envidia y el odio. No podía so
escenario, Leonardo se
!" siseó. "¡Cree
arrojó con fuerza contra el suelo de mármol. El reloj se hizo pedazos. El cristal seroto un hueso. El último vínculo con
por tanto tiempo,
e rápido y brutal. Conectó directamente con la mand
Isabela corrió
do! ¡Oh,
y miró a Arturo
animal! ¡Un
. "¡Deténganlo! ¡Mi padre es el General
iendo estar mucho más herido de lo que estab
dudó. Su palabra, como hija del General, tenía peso. Los guardias, aunq