ó cuando el presidente se desplomó sobre la mesa, con el rostro morado y los labios cubiertos de espuma. El pá
dorada. La ira del presidente era legendaria, y todos sabían que no se detendría hasta destruir a toda la familia del culpable. Su padre se con
ara ser una de las nuevas asistentes personales del presidente. Era una forma de
a. Estaban en el gran salón del trono, un lugar opresivo y frío a pesar de su lujo. El presidente, ya recuperado pero con un ai
a las reglas, pero entonces el presi
uel se dibujó
en el silencio sepulcral. "Tengo una nueva regla. Todas las
ba un delantal morado. El pánico la invadió y miró a su alrededor, solo para descubrir que todas y cada
terior. Nos ha traído a todas aquí solo para matarnos. ¿Qué clase de monstruo disfruta
aron en las palmas, pero mantuvo el rostro inexpresivo, u
la, atravesando la multitud como si fuera la única pe
rosamente baja. "¿Qué es
a rabia. ¿Cómo era posible? El
ñor Presidente", tartamudeó
una gracia felina que resultaba aterradora. Se detuvo justo delante de ella, tan ce
él, su aliento ro
able color café, escudriñaron cada centímetro de su rostro. Sofía contuvo la respiración, segura de que su fin había llegado. Entonces, sus ojos se
paralizaba, no pudo evitar un pensami
uo, un sádico... pero qué
a sonrisa casi imperceptible. Soltó su barb
lta, volviend
su voz volviendo a ser un trueno autor
splicente de la mano,
víenlas a descansar. A un
fía se quedó allí, sola en medio del vasto salón, temblando no solo de miedo, sino de una profunda y at