o. La llevaron a una suite opulenta en el ala personal del presidente, con sábanas de seda, un baño del tamaño de su antigua
stente. Las demás, según le habían dicho, estaban "descansando" en una villa lejana, pe
guardaba un secreto: no era de este mundo. En su vida pasada, había sido una oficinista anónima, atrapada en una rutina de nueve a cinco, soñando con algo más emocionante. Bueno, lo hab
tiva diferente, una lengua afilada en sus pensamientos que a menu
ió con voz temblorosa: "Señorita Sofía,
noche. Se miró en el espejo, llevaba un camisón de seda que
usiones inmediatas. Supongo que para esto me eligió. No para ser asistente, sino para... cumpli
sidad morbosa, se dirigió al estudio del president
o por montañas de documentos. La luz de una única lámpara proyectaba largas sombras en la ha
e papeles que cas
na y cansada. "Quiero un resumen de cad
la montaña de papeles y lueg
n medio de la noche, vestida as
", preguntó, por si
ojos la recorrieron de arriba abajo, deteniéndose en su camisón
a tediosa tarea. Pasaron las horas. El único sonido en la habitación era el susurro del papel y el ras
cubina, no una esclava de oficina con un jefe psicópata. Mi espalda me e
r la vista de sus propios documentos, extendió un brazo
rprendió. Fue.
impenetrable. ¿Lo hizo por amabilidad? ¿O simplemente para asegurars
uo que había ordenado la ejecución de docenas de chicas por un capricho. Pero tambié
spiró, c
vía a sumergirse en la montaña de papeles. Su destino e