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Historia
Todo está mal, pero está bien. Te volviste amante.

Todo está mal, pero está bien. Te volviste amante.

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Capítulo 1 El día que me convertí en la otra

Palabras:1605    |    Actualizado en: 17/07/2025

ól

cción de vinos que nunca qu

de mujeres. Siempre he hablado

s -y algunas lágrimas-

ños, abogada sénior, inde

, me encanta la rutina

on mi copa de Cabernet antes que

a sin límites- decidió regala

Una conversación agud

do civil que conveniente

nas, con el rímel corrido, el corazón acelerado como si me hubiera t

a de atrás. Rebec

e la esposa. Nom

a. O mejor dich

rer. Escond

bes lo q

ial corrido, me miro fijamente en el

onvertido en una estadística. T

e siempre juraste

convertí en

Dios que lo habría bloqueado, ignorado, olvidado. Pero e

salvar) y por mi colección de vinos importados

r: "Pobrecita, no se valora, es una tonta, su a

uí, encerrada en el baño de un hotel boutique en Campinas, con el rímel corrido, el corazón aceler

a de atrás. Rebec

e mi esposa. Nom

cláusulas mal redactadas en un contrato, un cliente que intenta incumplir, un exnovio qu

que mi teléfono se deslizara por el mostrador de

e me paraliza es una vocecita persistente dentro de mi cabeza que repite: «Felicidades,

nvertido en una mancha digna de un payaso deprimido. Un mechón de rímel me corre por

rque Fábio está casado? ¿

mera sonrisa que esto iba a ser un desast

on un traje beige, revisando un contrato en un café

a carcajadas, rodeado de gente que se reía de sus chi

ación- si podía sentarse en la silla vacía a

ura de su boca más torcida que la otra, un poco perezosa. De esas que te quitan la ropa sin tocarla. Hablamos de trivial

ozaban los míos. Me fui a casa con una punzada en el e

pregunta legal urg

aber dich

haberlo

pa de Cabernet y visto algún reality

bio, e

¿Qué res

ientras volvía a mirar el mensaje que parpade

el amante huye por la puerta d

orar por ser la otra mujer? Le daría una palmadita en el hombro, l

a haber escuchado

ndo hondo. Estoy mareada. No sé

blazer está tirado en algún lugar de la habitación, me he quitado los tacones, mi dignidad d

y esa

y la

un hombre casado cuelgue por el

la abogacía, socia junior en el bufete más respetado de la ciudad. Redacto

vida con la esposa perfecta, la casa perfecta, la vida de comercial de margar

eces. Quiero responder: "Vete a la mierda, Fábio. V

o lo envío. Lo borro. Vuelvo a escribir. Vuelvo a bor

mirada como diciendo: "¿En serio, Mar

h

espiro. Repaso mentalmente: ¿Teléfono limpio? ¿Sin capturas de pantalla? ¿Sin mensa

arrugadas, copas de vino medio vacías, una corbata olvidada en el sill

Debe ser. La imagino: tacones de aguja, pelo cepillado, esa cha

je que sería, hasta que

labial corrido en el espejo del móvil. Ni siquiera i

pasillo. El ascensor está lejos. El recepcionista, pobrecit

alida de emergencia. Las escaleras de servicio huelen a desinfectante bara

era antes de él. Antes de este caos. La mujer que no aceptaba migajas. La mujer que pensaba que el amor

está

da dentro de mí, g

r la llave. No puedo devolver un beso robado. N

devolver

nuevo. Última notif

érame. Todo

calera vacía. Si alguien me oye, pensar

o, susu

amante". Y bajo, paso a paso, cargando con mi culpa, mis tacones, mi dignidad herida y

manecer me envuelve con su aire gélido y sus farolas

ón en el pecho que grita: "

ue es

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