de identidad ya estaban en trámite y el plazo de entrega estimado era de cuatro a seis semanas. Una oleada de alivio, tan intens
las y los restaurantes con estrellas Michelin. Este sería *su* París: un pequeño apartamento en Le Marais, una vida t
isando quince años de recuerdos compartidos. En el fondo de su armario, oculta en una caja de terciopelo, e
da que parecía sincera. "Representa el futuro d
as, frías y relucientes. No eran un símbolo de futuro, sino el pre
na y lo donó de forma anónima. El formulario de
e sonrisas y recuerdos fraudulentos. Los tontos suvenires de sus primeros viaj
mo sus rostros, capturados en momentos de felicidad fingida, se combaban, ennegrecían y se conv
ando una melodía que ella no reconoció. Él notó el espacio vacío e
preguntó él, con el ceño ligera
, mintió ella con suavidad.
rla en él: un leve perfume floral que no era el suyo. Vio un único cabello, largo y oscuro, en el cuello de su abrigo de cachemir
deándole la cintura con el brazo. "Una fiesta. Por tu cumple
ola. Esa fiesta no era para ella. Era para él. Una actuación para su
dijo ella, con la vo
ras mujeres. Se sentía como una espectadora en su propia ejecución. El ático estaba lleno de flores, el champán cor
nces l
on aspecto perdido y fuera de lugar en un vibrante
sey. "Querida, estás deslumbrante esta noche", dijo la mujer, con la
a Kelsey paralizada. Creían que Aria era ella. El reemplazo era tan
si fuera un escudo, con los ojos muy abiertos y recorriendo la sala con ne
e acercó a ella. Le puso una mano protectora en la parte baja de la espal
ntía los pasos pesados, como
z baja y uniforme. "
cantadora. "¡Kelsey, querida! Quería que conocieras bien a Aria. Pensé que
te y una falsa jovialidad. "Ella es Aria Diaz. Es una querida amiga de la familia que amablemente se ha ofreci
poderosa pareja. Era la benévola hermana mayor, que aceptaba con gracia a esta mujer más joven y fértil en
ándola a sus amigos poderosos, sin quitarle la mano de la espalda. Kelsey los observaba
en años. Lo vio apartarle a Aria un mechón de cabello detrás de
s por su "esguince en el brazo" y los cumplidos por la "herm
junta del museo, cuchicheaban
ijo una. "¿Traer a su amante a la f
pasada, en la clínica de fertilidad del doctor Evans. Estaban t
lusivo y caro de la ciudad. El mismo para el que Benne
iento. No se trataba solo de una aventura reciente. Era un engaño calculado a largo plazo. Una doble vida vivida