lante de médula ósea le salvó la vida, y se suponía que debíamos est
donante. Arturo se obsesionó, afirmando que tenía "memoria ce
miera con mi bata. Me llamó posesiva y cruel cuando protesté. El hombre que una vez prometió adorarme s
único que me quedaba de ella. Diana lo vio y decidió que lo
el rostro de Ar
antil", orde
y me arrancó la cadena del cuele mi madre alrededor d
o con calma. "Quizás ahora apren
evaba, supe que el hombre que amaba estaba verdaderam
on la voz firme
ítu
mpromiso debía
na habitación privada de hospital, recuperándose. Un trasplante de médula ósea lo había s
es cuando
ntes?", preguntó
n los ojos grandes y curiosos. Artur
jo. "Javier Velasco... el
donantes era anónimo. No se suponía que supiéramos s
cía visible
toy agradecido. Pero no c
e Diana se
él dentro de ti. Es la única par
s, obsesivas. Un escalofr
ndo un paso al frente. "Agradecemos el
vestíbulo del hospital, negándose a irse. Montó una escena, llorando, diciéndole a todo el que
, Arturo est
e dijo a seguridad. "
pequeño y afilado de su bolso y se hizo una delgada línea roja en la muñ
por lo que vivir
se detuvieran. Se acercó a ella, con movimientos aún rígidos
o, con una voz sorp
cuchando sus interminables historias sobre Javier. Se sentaba con ella e
ía cuando intentaba protestar.
ó, con los o
er la fiesta
. Todo el mundo l
na no está en condiciones
. Elena Ferrer, la artista emergente, estaba siendo desplazada por la trágica y hermosa exnovia de un hombre muerto. Vi las miradas de lást
el pecho sobre su nueva médula. "Siento una conexión con ella. Una c
in palabras. Estaba usando un procedimi
. Su agarre era fuerte, desesperado. "Solo
había ganado. Vi el agotamiento en su rostro y mi corazón se dolió. Había estado a su
n un nudo formándo
s llenos de orgullo. Me tomaba de la mano y me decía que era la perso
Artes, rodeándonos de murales porque sabía que eran mis favoritos. Se arrodilló, con la voz entrecorta
e ahora? ¿A dónde se fu
tamento. Caminaba por las habitaciones como si fue
da de Arturo y yo del
una foto como esta", suspiró, u
lado, solo asintió.
icara todo. "No seas tan posesiva con las cosas, Elena
trataba de que ella invadiera mi
e y antigua, lo único que me quedaba de ella. Lo usaba todos los días. D
a este", susurró, con la
elicario en
rlo, pero este e
Arturo. "Significaría mucho para mí. S
ntuve
es negociab
ajo en una máscara de dolor
con lágrimas corriendo por su rostro. "Lo
reció. Se volvió hacia mí,
portarte como un
hablar en serio.
. "Ya ha sufrido suficiente. No t
e hacerle ver lo irr
o, Arturo, ¿no
terru
icie
jadeó y tropezó, a
corte... está san
era una línea tenue y cicatrizada. Pero e
su voz llena de pá
rició su brazo como si fuera un tesoro
lvió a mí, l
ste esto. L
mano se disparó y me arrancó el relicario del cuel
desde mi cuello, pero el dolor
ario en su palma
lemente tranquila. "Quizás ahora aprendas a tener un
ombro. Le abrochó suavemente el relicario -el
iando su cabello. "Ahora es
él. El último regalo de mi madre para mí estaba
as la sacaba de la habitación, con
o y vacío. Recordé que me lo devolvió después de que la cadena se rompiera una vez, sus dedos tan s
r en mi cuello se desvaneció lentamente, pero el de mi pecho solo creció, u
hombre que amab
a también s
Baja California. Su voz fue un cálido
voz sonando extraña y
o vaci
ó. "Ese cabrón nunca te
retenciosa y despiadada de la ciudad. Me había rogado que fuera con él, pero yo era joven,
ivocada
fono. "Estoy reservando u
tá lista, cariño.
y decisiva. La cuenta r