ve. Mi cuerpo finalme
crepitó en el teléfono de Ál
ciones-. Necesita seguir arrodillada hasta el am
olvió a la conciencia de golpe
elo aún no se había aclarado. Tenía que aguant
ión privada, Karla lloraba sua
imió-. Pero podemos tener
aja promesa de venganza. -No habrás
icó. -¿De qué sirve? No tengo
eso -la in
os y esperanzados. -Álex... cuando el
lencio un in
mar. -Señor, se ha desmayado d
ceño. Salió de
de nieve. Mi rostro estaba azul, mis labios morados
rdias-. Solo asegúrense de que no muer
cesitaba una lección. Creía que estaba impa
resó a la habitación d
zo en cuanto entró. -Ál
distraído. -
ierre a nuestro hijo en el mar con sus propias manos. Quie
etición, pero miró su rostro pálido y su
ja. Luego me estaban arrastrando, mis pi
rna fue presionada en
ba envuelta en un grueso abrigo, pálida y frágil. E
cuando la costa er
erta. El yate se mecía y yo me tambaleaba, mi cu
cida. Mi vida, una tragedia escrita por un tonto malicioso. Me pr
ente bien, no? Sostener las c
ign
a tapa de
, Karla se est
, cayendo a las olas y de
endo un espectáculo de i
y la atrajo de nu
los ojos llameantes. -
más que a mi propia vida, y empec
convirtiéndose en tos-. Te ha est
mi voz de repente fuerte-. ¿
erpos presionados en una exhi
ecuperar
sacudiendo la c
ltarás a busc
estello del hombre que una vez conocí. N
do -dije
, sin un momento de vacilación, me
k, un bautismo final y bru
redulidad. Corrió hacia la barandilla, suNunca pensó que
l -se quejó Karla, de
, su mirada dividida entre ella y y
-gritó a la tripulación, s
ra experta. Estará bien -murmuró, más para sí mismo que para nadie-.
alejándose a t
El frío era un consuelo, una manta que m
. El entierro en el mar ya
nte, er