Instalar App
Historia

Capítulo 8

Palabras:1216    |    Actualizado en: 19/08/2025

ono y caminé ha

ngre profundo que se ceñía a mi cuerpo. La antigua Sofía amaba los paste

a estaba

te de mi vida. No de mi primera vi

Bruno y Adrián, todos con esmóquines perfectamente entallados. Y Ximena, por supuesto

con los ojos muy abierto

sentían como ce

e en mí con una intensidad que me erizó la piel-. ¿Finalm

nte, tan segur

lenta y misterio

cubrirá

e su Rolls-Royce para mí, pero e

o atrás -dijo con un pequeño p

tomó en brazos, acunándola como si

pes, yo te te

ago -me explicó Adrián, sin mirarme a

e de Bruno y Adrián, mi rostro una máscara de ind

, decorado con mis flores favoritas, lirios stargazer. Una imponente fuente de champán brillaba en el c

siguiéndome, zumbando con especulaciones. Todos estaban aquí p

fuente de champán cuando

tan dulce como el veneno. Me tendió una p

n intención

tió-. Ábrela. La

uego, con un movimiento de muñe

o salió volando de la c

, tropezando hacia atrás

de destrozado, yacían los pedazos de un

llevándose la

e gustó mi regalo, ¡pero

l salón de baile se vo

rmanos estaban allí, rodean

o, con los ojos fijos en el

u regalo -sollozó Ximena-,

llaba la escena. Era su palabra contra

e giró bruscamente, y m

¿verdad? Solo querías ave

siquiera pidieron mi versión de la

je, mi voz ape

Bruno-. Siempre es algo conti

uir adelante -suspiró Adrián, c

amado más que a la vida misma. Me veían como una villan

ije, mi voz ganando fue

ltó una ris

re me has amado. Solo admítelo, discúl

ncia era

gir no eres tú -dije, las

Bruno y Adrián, que intentaban conven

de mí. Su contact

un peligroso tono rojo. Me agarró

uriosa-. Si no lo haces por las

a, una expresión

áigame la fust

ctivo recorri

e había usado con los chicos cuando eran jóvenes y desobedie

stado con la familia durante cu

ños de la señorita Sofía. El a

l látigo de las manos temblorosas del mayordo

látigo sostenido amena

o condescendencia-. Y pronto, seré tu espos

ó el l

fuerza, preparánd

stalló contr

liento. Caí de rodillas, la seda de mi vestid

s oscuro de carmesí. Nunca me habían golpeado

perra desobedient

r y furia corría

eños -escupí

l látigo

s está aquí! -gritó un

se detuvo

ista, mi vis

ales entraba en e

te con un traje oscuro perfectamente

alva

io un vuelco

mirando, momentá

con la espalda gritando en protesta, y caminé

iendo una sensación de segurid

te a la multitud conmocionada, a l

el anuncio -dije, mi voz resonand

ano y tomé l

a mi esposo. Lo elijo a

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY