vista d
de leche tibia, algo que solía hacer cuando yo no p
? -preguntó,
lencio, bloque
moví. Sus ojos, llenos de una pena falsa, se encontraron con l
e esterilizo para criar a su hijo bastar
Es la mejor solución para
. Las palabras
e no? -pregunt
del empresario despiadado que era. -Entonces no podemos casarnos, X
atravesó el pecho, tan intenso que me hizo jadear. Estaba dispuesto a tirar por la borda t
nte de mis labios. Necesitaba tiempo. Necesitaba q
inclinó para besarme, pero giré la cabeza y sus labios rozaron mi cabello-. Sé que esto es difícil, pero es la ú
Las palabras no
uro -dije, mi voz h
tió, colocando el vaso de leche en la mesita
aso de leche, un símbolo de un cuidado que nunca fue real. Quería estrell
uave. Mi corazón se hundió. Pensé que era Artu
laudia de pie allí, con una sonr
uestra propuesta -dijo, sus ojos brillan
jamente. -¿Qué
rme de que entendieras la situación claramente. Verás, este bebé... -hizo una pausa, dejando que el sile
na oleada de náuseas me invadió. Se sintió como un
ue una parte fría de mí
olo un reemplazo. Un bonito y conveniente reemplazo hasta que se dio cuenta de a quién quería de verdad. -Se acercó más, su voz
na rabia tan profunda que sentí que me
os nervios. -Por supuesto. -Se alejó contoneándose, sus cad
moronó a mi alrededor. Las llamadas nocturnas que él tomaba en otra habitación. La forma en que su brazo se demoraba en su cintura
ran hermanos. Eran cercanos.
erdad tan fea, tan retorcida, que no me había permitido verla. Pensar en ellos
uro estaba allí, su rostro contraído por la ira. -¿Qué le dijis
eguntó mi versión
ña calma se apoderó de mí. El dolor seguía allí,
je, mi voz uniforme-. Lo
sonrisa brillante y aliviada. -Oh, Ximen
abrazó. Me quedé rígida en sus
z vertiginosa por su victoria-. Mañana, no,
s esperar -dije, mi voz aún inquietantemente tranquila-. La salud de Claudia es lo más
doración. Pensó que estaba siendo
eso, que una vez se sintió como una promesa, ahora se s
quina, su rostro una máscara de sorpresa. No esperaba que
azo de Arturo. -Ya que Ximena se siente mejor, ¿podemos
quiera mirarme-. Ximena, vendrás con nosotros.
familia feliz era nauseabunda. Pero asentí.
r de ella, riendo y susurrando como una pareja de verdad. Yo los seguía, un fantasma invisible. Se suponía que
da de silenciosa desesperación, de ver al hombre que amaba amar a otra persona. Un dolor tan agudo y repentino me atra
-