vista d
as de una rotación interminable y silenciosa de enfermeras y sueros. Arturo nunca regresó. Cuando finalment
estra habitación,
habían des
sillón. El armario estaba medio vacío, toda mi ropa se había esfumado. En su lugar colg
scas
o, vestida con un camisón de seda que era prácticamente transpare
sas? -pregunté, mi v
las sirvientas las tiraran. Estaban abarrotando el lugar. Además -añadió,
bes, para alguien que casi muere de una reacción alérgica, tienes un sorprende
nto. Lo había hecho a propósito. Había intentado matarme, o al meno
llena de todo el dolor y la confusión q
-¿Haciendo qué, Ximena? Solo estoy cuidando
di la vuelta y caminé rígidamente hacia la habitació
vio, pero dirigió sus palabras a Claudia. -La mudanza ya está aq
mudando. A nuestra habi
tados y cerré la puerta, el clic del pestillo hacien
ora se sentía como una jaula. Los hermosos muebles,
cuantos cambios de ropa, mi laptop, mis trabajos de investigación. Mientras empacaba, mis manos rozaron una pequeña ca
ces. En el otro, una pequeña estrella intrincadamente grabada. Di
algo más. El cuadro en la pared era uno que Claudia había admirado. El jarrón en el tocador era un regalo que ella había elegido par
ía estado viviendo en un mundo curado por Claudia, un mu
el relicario y lo arrojé a la malet
bral, con el ceño frunci
s viejas que ya no nece
praré cosas nuevas. Podemos ir de compras mañ
entendía. Nu
mi voz plana. Ni
ura con los brazos. -Vamos a elegir mis cosas p
acuerdo -rio, ap
o, una sonrisa triunfante en su ros
importa en absoluto. Vayan ust
ndo, una única y silenciosa lágrima
ió, el cambio en el aire, la frialdad donde solía haber calidez. Pero no podí
-