img Incendiar su mundo: La furia de una esposa  /  Capítulo 4 | 30.77%
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Historia

Capítulo 4

Palabras:1112    |    Actualizado en: 14/10/2025

Elizon

ndome las costillas. En mi sueño, Mateo lloraba, un sonido débil y agudo que no

en mi abdomen, mis ojos escaneando la oscura habitaci

baladizo y aceitos

, mi voz un sus

de la gran ventana que daba a la ciudad. Una figura se recortaba

odo el miedo, todo el dolor, se fusionó en

conversacional. Se mecía suavemente, acunando a

e-lo.

estello de blanco

no vienes

na agonía, los puntos en mi vientre tirando y desgarrándose. Me obligué a

aso atrás, acercá

ofía. No qu

ella dio otro hacia atrás, una danza cruel en la penumbra. Mateo come

horrible y deliberado, desenganchó la ventana y la abrió. Una ráfaga de viento frío entr

Mateo sobr

razón, mi cordura, todo mi ser pendía de un hilo en sus

a un sollozo ahogado-. Isabe

de agonía a través de mí, pero no era nada compar

lo que sea. Lo

oz un jadeo teat

o s

to en una manta azul, desaparecer en la oscuridad. Un gri

ecorativa justo debajo de la ventana. Isabella solo l

rtadas por mi grito. Mateo fue recogido y llevado de urgencia a

en sus brazos, soll

Nunca me lo perdonaré! -Lo miró, sus ojos brillando con lágrimas-. ¡Quería ser una buena ma

esando, retorciendo su crimen en una dec

urmurando palabras tranquilizadoras, diciéndo

lor, la vida de mi hijo pendiendo

un doctor sal

. No hay lesiones graves, pero tiene una ligera conmoción

apoyé contra la pared, lágrimas de gratitud y rabia co

bella, protegiéndola de mi mir

voz fría y final-. Isabella se sien

ebrándose-. ¡Lo sostuvo fuera de l

usión. Luego me entregó un documento doblado-. Ten. Me e

escaneando el texto oficial.

s Serrano d

l nombre del hermano de Isabella, el que había muerto en un accidente d

tembló en

esto? -

cabeza en su pecho, hablando de nombres. *Mateo*, había dicho. *Como un león. Fuerte y val

artido era solo otra

sentido del mundo-. Ponerle el nombre de su difunto hermano... parecía u

a mi familia, mi apellido, mi ele

miento por la mitad, luego en cuartos, los pedazo

lla j

to para mí! -gritó, y sin previo aviso, s

actante. Pero lo que su

í. Instantáneamente agarró la mano de Isabe

? ¿Te lastim

aba herida, dirigió su atención hacia mí. Un destel

ofía? -preguntó

ya florecía en mi mejill

a, mis propios oj

peligrosamente tranquila-,

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