a Igles
razos familiares me rodearon la cintura por detrás. El aroma de la loc
minuto -susurró contra mi cabello, su vo
ígida como una tabla, cada m
ación, y pude sentir el alivio en la forma
ía que no lo harí
e estremecí y lo aparté, girándom
o esperé.
o por mi tono cortante. Por un momento, so
uál demonios
Brenda desde que empezó hace seis meses. Noventa y nueve veces te puse excusas. Me dije a mí misma que es
a mesita de noche entre nosotros, vibró. L
noches, Zeke. Du
ntos bruscos, y rápidamente lo
era pésimo para ello. Sus ojos
r la grieta que acababa de abrir
de despedida de la empre
ta el borde de la cama. Su rostro se endureció. Con un suspiro frustrado, se levantó y
ximo capítulo, pero en cambio, fue la última y horrible escena de nuestro final. Brenda estaba pegada al br
un espectáculo de pánico fing
solo se sintió mal por mí porque no conozco a na
mi propia expresió
un drama don
de lágrimas. Su labio inferior tembló. Era una actuación
contra mí, sus dedos apretando m
mi becaria. Yo la invité. Hablaremos de es
zas cercanas se giraran. Me solté de su agarre, la sensac
digo
en ese tiempo que en los nueve años y medio anteriores juntos. Todo lo que
cordé el día que llegué a casa y encontré a Brenda en nuestra habitación, con un collar que Ezequiel me había regalado por nue
lí, caminando de un lado a otro en la sala. Su
elosa por nada? Es agotador -dijo,
toda emoción-. Es agotador. -Lo miré directamente a
ue discutiera, que gritara, que intentara manipularme de nuevo. En
e su voz fuera un susurro bajo y amenazante-. Pero escúchame, Fernanda. Es
ieja sonrisa confiada que sol
de LinkedIn, Fernanda.