ía
Ximena no h
una tragedia en la hacienda de los Garza. Solo otra crisis f
os que pasaban por el pago de una semana, y me retiré a la habitación est
ibró, rompiendo la paz
. Ahora. Es sobr
do que era solo nuestro. Un pavor familiar se enroscó
matadero por última vez. Estaban todos reunidos en la sala de estar formal: mis padr
rimero, su voz goteando u
o siente que el estrés de su situación se ha vuelto potencialmente mortal.
dre, su mirada fija en un punto en la pared lejana-. Por tu he
o. Todos los ojos me inmovilizaro
tás de acue
e mirándome, sus ojos un
Pero es una medida temporal, una fars
sus rostros expectantes, la trampa cuidadosamente construida. Luchar contra ellos era inútil, una ba
palabra cayó en el si
s. Un destello de furia cruda cruzó su rostro antes de que lo reorganizara expertamente en una
del escritorio a su lado, presionando la punta afilada contra la piel translúcida de
io paso adelante, su rostro oscure
blemente tranquila, cortando
mena, manteniéndola
me agradeces por los siete años que cumpl

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