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menes. Nuestra boda era una fusión disfrazada, un trato don
aria. Declaró que elegía "el amor sobre el dinero", pintándo
sde el edificio de mi oficina, transmitiendo en vivo a
n su exigencia final: el veinte por ciento de mi e
encanta", di
de consejo de emergencia convocada
Jimena. Acepta
chara. "De hecho, Andrés", dije, mientras agentes federales
ítu
ista de Ji
te, casi patológico, a los gérmenes, beber del vaso de su joven becaria,
temayor, mi prometido, normalmente se negaría a entrar sin un traje de protección biológica. Decía tener misofobia severa, una condición que lo hacía
eado de sus amigos burlones y medio borrachos. Y se estaba riend
andes e inocentes, y una cascada de cabello rubio que parecía atrapar las luces de neón baratas y convertirlas en un halo.
Extendió la mano, tomó el vaso medio vacío de lo que parecía un vodka co
dujo a ese único punto de contacto: sus labios en el borde del vaso de ella. Un vaso del que ella acabab
ielo en mi pecho. Esto no era un descuido. Era una declaración. Era una tr
sela bien con una chica bonita. Vieron lo que querían ver. No vieron al Director de Operaciones de Industrias Montemayor, un hombre cuya empresa familiar se t
in anunciar. Había volado a Monterrey para darle una sorpresa
edos rozaron los de ella. Se inclinó de nuevo, sus labios cerca de la oreja de ella, y lo que sea que
ici
supieran quién era, sino por el aura que proyectaba. En el mundo empresarial de Mont
so pálido, del color del papel viejo. "Jimena", tartamudeó, poniénd
abiertos con una confusión perfecta
o miré a Carla. Ella era un síntoma, no la enfermedad. Mis ojos estab
Sus amigos se movi
comenzó, la clásica y patétic
, que una vez tuviste un ataque de pánico porque un mesero te entregó
biera golpeado. "Era una bro
?", señalé hacia Carla. "Ella. O
como el granito, al de Carla, que ahora temblaba con lágrimas fabricadas. Era un hombre
suplicó, su voz un susurro.
s tarde", dij
resentimiento por mi poder, su deseo de tener los beneficios de mi fortuna sin la carga de mi control. Quería la fusión,
. Simplemente se que
la tom
lejé sin mirar atrás. Lo oí gritar mi nombre, un so
ensajes. Silencio de radio total. Sabía que estaba calculando, sopesando sus opciones. La dec
ue se suponía que yo debía creer que era remordimiento. "Jimena, lo siento mu
speranza es una co
la gente más poderosa del mundo de la tecnología y las finanzas de México. Era la fusión del a
ote comenzó a hablar. "Est
eniéndolo. Una ola de nervio
aban llenos de amor. Estaban llenos
or el micrófono, resonando en el esp
e comenzó a moverse desde la p
sé que podía casarme por dinero, por negocios. Pero mi corazón no me lo permite. Estoy
de la iglesia. Las grandes puertas
encillo vestido blanco, las lágrimas corrien
voz resonando con falsa rectitud.
or las bancas, ya no era un hombre débil traicionando a su prometida; era un héroe romántico, un h
que me invadió. Los susurros, las miradas, las miradas
damente fuera de la iglesia, era la noticia principal en todos los sitios de chismes. La leyenda, publicada desde la propia
ido contrastando con la opulenta y vacía catedral al fondo. "A vece
na. La empresaria fría y controla
e la boda intacta, el cuarteto de cuerdas en silencio. Mi teléfon
ían subido en anticipación a la fusión, habían
claro atravesó la ni
te juego? ¿Quieres
i
ada, no a mi publicista, sino a
desprovista de toda e
uchísimo. Vi las not
a con la cadena de suministro de Industrias Montemayor. Cada una de ellas. Luego, quiero que empieces a ve
atónito al otro
.. eso es una decl
s de la ciudad, mi reflejo una silueta
aba era una determinación helada y cristalina. Andrés Montemayor había intentado h
de convertirse en mi objeti
sapegada. Vi un comentario de un amigo en común, un multimillonario tecnológi
rzado la semana pasada: "¡Qué feliz por ust
a mi abusador. Estaban apla
do, una piedra impecable de 20 quilates de Cachemira. Andrés había hecho un gran espectáculo al entregármelo, arrodillándose en un cam
ía comprado. Yo lo había hecho. Los fondos fueron transferidos discretamente de una de mis c
de preocupación. "Jimena, los mercados están reaccionando. Industrias Montemayor ha baj
e, mi voz plana. "Quier
n pública...", comenzó,
os de su empresa por centavos en una subasta de bancarrota", declaré, volviéndome para mirarla. "No dejes que nuestro equipo
la narrativa!", protestó. "Te e
sentía extraña en mi rostro. "Bien", dije. "Déjalos. Un
nuevo. Era un mensa
ena? ¿No puedes simplemente
ento por un segundo. ¿Él me humilla a escala mun
la pantalla, mi resp
u felicidad. Se trata
bloqueé el de Carla. Lueg
do. Y no tenía intenció

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