img Amor por contrato, corazón en deuda  /  Capítulo 7 El Peso de las Apariencias | 17.07%
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Historia

Capítulo 7 El Peso de las Apariencias

Palabras:1362    |    Actualizado en: 29/10/2025

distinta. Olivia desayunaba, no en el comedor principal, sino en el pequeño solárium oriente, cuando

-anunció sin preámbulos, sirviéndose café-. Mi abuelo ha empe

quien apenas conocía, sino por lo que significaba. El

ó, y esta vez no e

icar la farsa. A partir de ahora, viviremos allí. La familia esta

tie

bastian, ha llegado desde Londres. Es el mayor accionista después de mí y

za en el tablero. Otra p

tair yacía en la cama, conectado a más máquinas, su respiración un hilillo tenue. Alexander se instaló en un rincón con su portátil, una fortaleza de product

ncia, sus ojos escudriñando cada detalle de la pareja. Luego, Sebastian, con una co

ada que despojaba capas. No sonrió. Saludó a su sobrino co

u voz un retumbo grave-. Beatrice me ha

iendo una mano que él estrechó con una

ue los de Alexander pero sin ningún atisbo de su profundidad, la escudriñaron-. Cuént

o envenenada con ácido. Olivia sintió l

pondió, manteniendo la calma-. Es un hombre que sabe lo que

curioso. La mayoría de la gente encuentra su... determinación, algo aterra

rse casi sólida. Alexander no levantó la vista d

debía defenderlo, aunque solo fuera para proteger su propia inversi

cto hubiera empezado a hablar. -¿Cree conocer su corazón

futura nuera consoladora. Sonreía, asentía, ofrecía palabras de consuelo. Pero por dentro, se sentía

suite. Alexander se acercó a la ventana, mirando la ciudad que empezaba a encender sus

. Sus ojos, velados por la morfina, se a

urró, su voz un

ine. El nombre de su madre.

Soy Olivia -d

por un momento. -Tienes... su luz. Él... é

intranquilo. Olivia alzó la vista y encontró la mirada de Alexander. Lo había oído todo. Su exp

cansar -dijo, su voz extrañamente

a un jardín interior del hospital. La noche era fría, el air

livia-. No sé por

yó en la barandilla, evitando su mirada-. Usted... en c

o así. La primera vez que rompía l

te a mí? -preguntó Olivi

a un martillo. -Abrió los ojos y la miró, y por primera vez, Olivia vio el dolor sin filtros-. Él no la apagó, señori

trice no era una exageración. La casa, esta vida, había devorado a su madre. Y Alexa

la empresa. Es por no repetir su historia. Por demostrar

al-. Para demostrar que puedo evitar el caos. Que puedo elegir una compañí

minó ella en un susurro, reco

de ella, sorprendidos, vulnerable

. La luz tenue se volvió roja. La puerta se abrió de

ce... es e

ugar. El hombre vulnerable desapareció, reemplazado por el her

orden de su jefe. Era la petición de

ía el único consuelo que podía darle: la ilusión de un amor que perduraba más allá de la muerte. Y cuando su respiración se detuvo, Olivia no supo si la lágrima que cayó por su mejilla era por el anciano

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