lgo que demostrar. Su nueva oficina, un cubículo de cristal en la planta alta con una vista que empequeñecía ante la que tenía Elías, era una jaula
erando, sin duda, que fracasara como sus predecesores. Valeria se aferró a los diseños, a los códigos, a los
s de que ella lo viera. Él entraba, se plantaba frente a su escritorio, y con una mirada escrutadora, revisaba sus avances. Sus preguntas eran agudas, sus críticas, demoledoras, pero siempre entregadas con esa voz grave q
numbra, solo iluminada por la luz azulada de su pantalla. Valeria luchaba con el diseño del núcleo del laberinto, una estructura que
asc
No lo había oído entrar. Él estaba detrás de ella, inclinado, mirando
ecir, con la voz queb
ado en la fina lana de su traje, rozó su hombro al señalar la pantalla. Un escalofrío le recorrió el brazo
lla, girando lentamente la silla para enfrentarlo. E
storsionado de lo que anhela. Ofreciéndole un placer que solo se encuentra en la
en las sienes, en las yemas de los dedos, en el centro mismo de su ser. Él no
. Tal vez el problema es que usted no ha definido claramente qu
dola como si fuera el enigma más
aldo de su silla, a un palmo de su nuca. Podía sentir la intención, la promesa de un contacto que no ll
epetición de su primer encuentro, pero aquí, en la intimidad de la noch
sito que no solo lo diseñe. Necesito que sienta el laberinto. Que se
aga eso? -preguntó Val
ue como un baño de agua fría-. Los deseos son universales. Poder. Sumi
ma de su colonia pegada al aire. Valeria se quedó temblando, con el cuerpo despierto y la mente en ll
ue solo ellos podían descifrar. Cuando él le pasaba un documento, sus dedos rozaban los de ella, y un shock silencioso recorría su brazo. Empezó a observarlo, como él le había sugerido. Lo observ
a sobre la inteligencia artificial del Minotauro los tuvo a solas en la sala de con
ador debe sentir que el laberinto reacciona a sus e
os cruzados, se acercó. La energía entre ellos
ed que debería reflejar, Valeria? -
a rendición -contestó ella, sin pensar,
, tan cerca que el dobladillo de
. Un concepto interesante. Requiere de una confianz
rla, a cerrar la distancia de una vez por todas. Pero en su lugar, su dedo índice se po
sobre el latido acelerado de su corazón-. Aquí es donde el
opagó desde ese punto. Valeria contuvo la respiración, mirando la mano grande y
ía? -logró preguntar,
s clavados en los de ella, brillando con
lo que usted está
su nudillo la había rozado ardiendo como una marca, y la certeza de que ya no estaba diseñando un laberin
 
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