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turo. Lo primero que escucho al despertar en un hospital es a él, pidiénd
engo un daño neuroló
i hermana. Su mano está entrelazada en el brazo de César, su cab
n susurrar. "Por favor, Leonardo", le ruega al Don, Leonardo Herrera. "Sol
ido', finalmente podrás hacer que firme el acuerdo de demolició
y muertas. El hombre que amaba y la mujer en la que
pongo. Aparto la vista de César, de Valeria, y
tú me resultas familiar", le digo a Leon
veneno y oportunidad. "Lo siento, parece
ítu
Ocho
ro futuro. Lo primero que escucho al despertar es a él, pidiéndole a
ajo y clínico llena el espacio a mi alred
ológico severo", dice una voz t
choso y opaco. Un doctor está de pie a los pies de mi
Cés
nda, tan fuerte que casi
abeza llena de arena mojada. Un su
sualmente llenos de un encanto fácil, están abiertos con alg
a", s
ampán sabía raro. "¿Dónde estoy?", pregunto, con la voz rasposa. Inte
íe. No corre a mi lado para l
al doctor y de vuelta. La vacilación dura sol
el sonido raspa contra el suelo,
gada pero urgente. "¿Una intoxicación por a
na respuesta v
ras son agudas, claras. "Traigan a L
bre una eficiencia despiadada y una brutalidad silenciosa. Su nombre flota en el aire como el olor a pólvora. Es el hombre que
e mi nombre es Julia. Me dice que Leonardo Herrer
endo mi broma. Una broma cruel y extr
na. No me está mirando. Su mano está entrelazada en el brazo de César, su cabez
de los pulmones. La
pelo y prácticamente huye de la habitación de nuevo. Esta vez, encuentra
ón mal disimulada en su voz. Es una nota brillante y aguda de pura alegr
una impaciencia que se siente como una amenaza físic
o conspirador. "Solo hazme este favor. Ha estado volviéndome l
o de puro desdén. Escucho
ngo a alguien más a quien manten
l, mis nudillos blancos. La habitación e
su 'prometido', finalmente podrás hacer que firme el acuerdo de d
e convierte en un montón de cenizas frías y muertas. El hombre que amaba,
. César, Leonardo
e congela. Le da a Leonardo un
Él es tu prometido. Se van a casar pronto". Gesticula ent
esto casual y posesivo. Un destello de culpa cruza el rostro de Césa
o muere. Solo queda un dolor que llega
la vista de César, de Valeria, y la fij
tú me resultas familiar", le digo a Leon
s me escudriñan, como si tratara de pelar las
erguida, el movimiento envía una sac
unca abando
a veneno y oportunidad. "Lo siento, h
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